martes, 1 de diciembre de 2009

De brevísimo tour



Mrs. Hathaway acomodó los Ray-Ban sobre su tabique nasal, entrecerró los ojos y sin mirar a los escasos pasajeros que se acomodaron en los grasientos asientos de su Combi, repitió la monserga de siempre.
Inicia nuestro corto paseo. Sus preguntas jamás serán respondidas. Está prohibido llorar y tomar recuerdos.
Comenzamos...
Esa casa de dos plantas que gime perteneció a la Amante Cíclope, con sus puertas fabricadas a pulso por los mancos de Getsemaní.
Aquí podemos apreciar la mecedora de humo y el sofá de saliva en la Casona del Mudo.
Eso que nos duele al aspirar es el olor del llanto que exhala la Pocilga del Parricida.
Juntos, como hienas sedientas de despojos, vemos los bares del Ángel Desplumado, el Súcubo Bueno y el Quiste Ovárico.
No se alarmen; las ancianas desdentadas que los miran de frente y que se tocan sus partes pudendas podrían ser sus progenitoras. Sean gentiles, ellas se dirigen a beber un vaso de leche de hipocampo a la Fuente de Sodas de la Infancia Perdida.
Mrs. Hathaway frenó intempestivamente a las puertas del Hotelucho del Mal Fario. Enseguida escupió un grillo y terminó con la perorata clásica del guía de turistas:
“El tour ha finalizado. Quienes deseen otro recorrido, aborden esa carroza de sangre, el ángel de la muerte les llevará a su destino”. JLV

jueves, 26 de noviembre de 2009

De tajo



Barbie y Kent fueron las primeras víctimas; después halló la autopista Hotwheels, averiada en su totalidad. Luego vendrían el Winnie Pooh, Mickey Mouse, Kid Acero y otros objetos que fueran propiedad de sus hijos y nietos; todos, mutilados.
Mrs. Hathaway no entendía por qué. Primero pensó en la vieja rata, pero desechó la idea. Luego en los hijos del vecino, y recordó que éste era estéril. Buscó por todos los rincones de su hogar para dar con el causante de los estropicios, pero sin resultados, y sólo le faltó un lugar por revisar .
Tomó la reluciente hacha Stanley —tan apreciada por su finado esposo—, respiró ansiosamente, y de forma resuelta se encaminó hacia la casa de muñecas.
Levantó el techo y observó con fervor anglicano... ahí estaba. El destructor jadeaba como un pequeño Bin Laden mientras hacía trizas la vestimenta de la muñequita de porcelana.
Una suerte de catsup tiñó el pálido rostro de Mrs. Hathaway. Levantó el hacha y la dejó caer; de un tajo acabaron sus molestias y dudas y, de paso, cercenó la cabeza humeante de aquel juguete rabioso. JLV

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Como las olas mecen los navíos



Una cosa es que Mrs. Hathaway duerma con tres negros y otra, muy diferente, cuando la gente murmura sobre sus afecciones.
Aceptemos que, desde hace tiempo, para ella los pétalos de las orquídeas borran por completo los recuerdos; que sus invernaderos hablen.
El qué dirán y los instantes ya idos prenden la llama de su corazón. Tan es así que la realidad parece someterse a los fragores de la calma. Los hombres que circulan a su lado aún parecen hijos de una rodilla y un diplómatico: brillosos, esquivos y muy articulados.
No puedo menos que defenderla. ¿Estuve en sus brazos o ella en los míos? No lo recuerdo. Sólo sé que tuve la necesidad de dejarme ir y acariciar pesares.
Como las olas mecen los navíos, así sus manos tomaron posesión de mi cuerpo. Arde sobre mi piel la huella de su tacto. Pero yo me demoraba repasando los instantes, sin tomar en cuenta que envejecía a ras de sábanas.
Pudo ser un minuto o un siglo, pero yo me encontraba adormecido dentro del fruto de la pasión, flotando adormilado en la barcaza de los sueños que nunca deben concluir. Los buenos sueños no deben acabar. Jamás. Dios salve a Mrs. Hathaway y, si no, que la patria nos lo reclame. JLV

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Enjambre verde


En este momento y en el de Otros
cuando la tierra baja los párpados
y el aceite de víbora ya no detiene tormentas

Tal vez recuerdes que hubo un tiempo
cuando el silencio peinaba su trenza
y tomaba las uñas de la tarde
para encender recuerdos con el sol

En esos días la memoria era de mostaza
y en los pastizales un hombre liberaba
nubes hacia las cuatro esquinas

Si prestas atención escucharás la risa de la piedra
que hace milenios se tejió a sí misma y en tu pulso
regresa para deshacer granos de arena
y coloca sus manos entre el polvo
para fundirse en el rumor de la cantera

Tal vez ahora que ladran los colores
y calientas tus huesos sumergida en el río
tal vez ahora sea el momento
de tomar la mano del silencio y dejar que te lleve
a ese enjambre verde donde las palabras no chocan
porque son lo que son unas con otras. JLV

jueves, 29 de octubre de 2009

De ojos



El ojo que atrapa en el lienzo al Comodoro Perry —su impresionante flota negra y marinos barbados (de nariz prominente y piel blanca)— es el mismo que miró fijamente a Marco Polo cuando este se inclinó ante el Fuji.
El Comodoro mira hacia el horizonte; ahora está algo desdibujado, pero da igual, debe ser el tiempo. Sin embargo, es el mismo Comodoro Perry con su flota y sus marinos de cabellos rojizos que algunos diminutos japoneses, armados sólo con papeles, pinceles y tintas, capturaron en el instante.
El perfil de Perry es inconfundible, y sus barcazas negras se mecen suavemente entre las aguas, como las plumas del águila que observa a Williams Adams mientras traza la silueta impecable del castillo de Hirado. JLV

lunes, 26 de octubre de 2009

De intromisiones



Dios no fenece aún, pero su muerte es inevitable.
Un día desperté con Él dentro de mí. Al principio nuestro diálogo parecía fructífero, pero después las cosas se complicaron. Explicó por qué estaba en mi interior; dijo que pretendía adentrarse en su obra, palpar las complejidades del hombre y no sé cuántas tonterías más.
Yo, territorial como soy, respondí que invadía mi privacidad y que no tenía vocación de hospedero. Mencioné que era de pésimo gusto que se entrometiera como dolor de muela en lo más íntimo de mi ser. Exigí que se fuera mucho a la Eternidad o al sitio que mejor conviniera a sus intereses, pero nada funcionó.
Fueron muchas las veces, lo juro, en las que trate de arreglar las cosas para que me dejara en paz. No hizo caso, nunca lo hace...
Que Dios me perdone, pero hoy cercenaré mi yugular para acabar con esta relación que, de plano, me jode la vida. JLV

jueves, 22 de octubre de 2009

Destacada



Desde pequeña siempre fue la primera. Ocupó sitios privilegiados durante su trayectoria escolar. Sostuvo relaciones sexuales, antes que ninguna de sus contemporáneas, con un chico millonario sobre el toldo de un Ferrari. Fue la primera en abandonar la gris ciudad natal. Ninguna actriz de su generación alcanzó tantos triunfos en el extranjero. Fue siempre la primera; sin embargo, fue la última en suicidarse antes de que su mundo estallara en mil pedazos. JLV

miércoles, 21 de octubre de 2009

De trampas



La humedad pestilente sobre sus labios abolió ese sueño de siglos. Pudo mirar a quien había roto su encantamiento, pero no: esfinge se mantuvo.
Piel y oídos eran ojos. Las aves cantaban y sobre su nariz un aliento asqueroso, inaguantable. Manos ávidas palparon sus piernas, pero una temblorina incrementó su desconfianza. Sostuvo la postura pétrea.
Cuando Bella intuyó que estaba sola, abrió los ojos: rió como posesa, aún oyó los sollozos del viejo corcovado, cuya silueta se fundía con la niebla. JLV

lunes, 5 de octubre de 2009

El espejo nunca fue afecto a las mentiras


Estás ahí, fumando. Enciendes una cerilla, tu rostro se ilumina. Mientras la llama acaricia un poco la soledad del cuarto, acaricias resignadamente tu rostro, antes tan suave,y donde la vida tatúa a cada instante una nueva línea de expresión.
Recuerdas tu cintura de avispa, tus pechos pequeños que vigorosamente empujaban al viento y las manos de él sobre tus nalgas, apretándolas.
Sabes que el espejo nunca fue afecto a las mentiras.
Estás cierta que las sombras no tienen nada que ocultar y muerdes tus labios porque la vida se deshace de ti. La cerilla se apaga, quema las yemas de tus dedos.
Estás sola, los años ya no danzan para ti. Tienes cólicos, quizás los últimos; haces una mueca de asco, de fastidio y sabes que él llegará a la media noche, con su aliento de alcohólico y frotará su triste miembro sobre uno de tus glúteos y después dormirá con la bocaza abierta... la muerte ronca a tu lado.
Y a todo esto, piensas, de qué sirvió ser la reina de la prepa. Y el vestido de boda tan caro. Y la envidia de tus amigas cuando te vieron del brazo de este maldito calvo que supura rencores y que encima golpea de vez en cuando a tus hijos, tan parecidos a él.
Aplastas el cigarro sobre el cenicero, igual que el tiempo lo hace contigo.
Cuál es la diferencia... JLV

jueves, 1 de octubre de 2009

Nubila y el amor



Nubila salió a la calle. Aún temblaba. Hacía muy poco que la había estrechado entre sus brazos. Respiraba todavía su aroma. Sentía el calor de su piel tersa.
Nubila sabía que no la vería más, porque aun amándola tanto debía borrar su recuerdo. Todo se había complicado; una de ellas debía sobrevivir. Así estuvo mejor.
Nubila puso punto final a esa relación que le impedía ser completamente feliz.
El recuerdo del hombre que amaba surgió en sus pensamientos y todo lo que dejó atrás ya no importaba.
Nubila subió presurosa al auto de alquiler. En la calle vio a una niña pequeña que sonreía. Le recordó a su hija, a Nabila. Un llanto lejano y angustioso ardió entre sus venas. Cerró los ojos y sacando fuerzas de flaqueza trató de olvidar cómo se retorcía el cuerpecito entre las llamas. Ahora era libre para amar, libre al fin...
Nubila fue hacia su hombre, hacia el amor. JLV

martes, 15 de septiembre de 2009

Miseria


Llevarse algo a la boca, tras días de no hacerlo, fue tan doloroso como el hambre. Los labios de la pareja estaban cuarteados. Lloraron, tal vez de gusto, rabia o resignación. La saliva era una masa espinosa que raspaba sus gargantas.
Jamás olvidarían esa comida; sólo tomaron lo que estaba a su alcance. Instantes después masticaban tenazmente esa carne rancia y blanquecina.
La mujer alzó los hombros, y él dijo: Tu hija iba directo a la fosa común, qué más da; además, las ratas tienen mejor sabor. JLV

lunes, 14 de septiembre de 2009

Conversos



Tan pronto el Verbo se hizo carne, aquellos caníbales fueron sacudidos por una fuerza superior, cimbrados hasta el tuétano dieron fe del portento y ofrendaron su cuerpo como templo a tan apetitoso milagro. JLV

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Todos somos Caín


El laureado escritor leía fragmentos de su nueva novela. El público disfrutaba, atrapado con la historia que trataba del plagio realizado por el hijo de un literato prestigiado a una reputada científica.
Todos sabían que la obra hundía sus raíces en la realidad y que el tema central había sido la nota principal de algunos diarios. "Todos somos Caín, por eso sonreímos cuando la sangre fluye", sentenció el autor.
El famoso escribidor estaba gozoso, pero antes de concluir su participación llegó su hijo, con pistola en mano, y disparó en repetidas ocasiones sobre el cuerpo de su progenitor.
Apenas unos minutos después de ocurrida la tragedia, apareció una historiadora que acusaba al descendiente del erudito por haberse apropiado de un cuento corto en el que se detallaba cómo el vástago asesinaba a su ascendiente durante una conferencia. JLV

lunes, 31 de agosto de 2009

De emprendedoras


Lady Pucha recibe una herencia. Sabe que su dinero no debe estancarse; revisa diarios, contrata asesores y los envía a recorrer ciudad Mora para que investiguen en qué negocio invertir. Los asesores buscan y encuentran: cucharas.
Lady Pucha construye su fábrica de cucharas. Lamentablemente esa idea también nace en las mentes de lady Chocho, lady Cosita y lady Rajita.

Meses después ciudad Mora posee varias fábricas. Las cucharerías se atiborran con productos. De pronto no cabe ni una más. Ciudad Mora es la reina de la contaminación visual: "La cuchara es vida", "Cucharear o no cucharear, he ahí el dilema"... La demanda crece y la producción fabril no cesa.

Un día los moralinos no compran más cucharas. El efecto cuchara lastima severamente a las propietarias de las fábricas. Lady Pucha baja el precio. Lady Chocho lo reduce más que Pucha. Lady Cosita vende al 2 x 1 y lady Rajita regala sus productos a naciones emergentes para fingirse buena. Finalmente todas se deshacen de sus cucharas, despiden obreros, rematan máquinas y se van a sus mansiones a pensar qué nuevo negocio emprender.

Pasa el tiempo y las cucharas comienzan a estropearse, la gente adquiere nuevas, los comercios especializados agotan sus existencias, y ante la escasez su valor aumenta.

Ninguna de las antiguas emprendedoras viven ya en ciudad Mora, así que una tal lady Clit concluye que sería bueno construir una fábrica de cucharas. La misma idea germina en las mentes de lady Colita, lady Bollo y lady Felpudo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Bergerac


Antes de exhalar el último aliento, pidió que le sepultaran en un sitio entrañable; la última voluntad de Cyrano fue acatada: los restos del vate fueron depositados fervorosamente en su propia fosa nasal. JLV

martes, 25 de agosto de 2009

Las Sempiternas



Cuenta Inesita que en los días de luna menguante las sempiternas bajan de los árboles para matar ancianos. Dice que son bestias de tres patas, con alcayatas por uñas y menstruo en lugar de saliva.
Mi amiga no miente, su abuelo fue muerto por unas sempiternas de las que llegan ahí volando sobre la sierra del norte. Su madre jura que bajaron del árbol más grueso del zócalo y luego anduvieron por todas las calles buscando viejitos. La mala suerte quiso que hallaran al abuelito.
Dice que las sempiternas rejuvenecen mientras mastican las carnes marchitas. A cada bocado va cayendo la pelambre que tienen encima y cuando acaban de rejuvenecer vuelan hacia la sierra.
Cuando eso pasa todos los pobladores entran a la iglesia, ahí rezan hasta que sale el sol. No tienen párroco, el último huyó despavorido cuando una de esas bestias se metió a su cuarto por equivocación, porque aseguran que parecía más grande de lo que era.
La próxima semana iré al pueblo de Inesita. Mi madre, con esa sonrisa extraña que pone cuando desea sorprenderme, me dijo que viajaremos ahí por la sierra del norte, porque ya es tiempo de que sepa para qué vine al mundo. JLV

lunes, 24 de agosto de 2009

Causas de muerte


Midas yacía sobre la plancha del quirófano. El galeno, tras concluir la necropsia, dijo a los deudos: Una de dos, o falleció debido a las pepitas áureas que atestaban sus riñones o fue un infarto, los corazones de oro no duran para siempre. JLV

viernes, 21 de agosto de 2009

Las que nadie quería


Marchaban en fila, como hormigas, y a su paso dejaban un olor de ceniza. Las que nadie quería llevaban a sus hijos sobre la espalda. Sudaban angustia y su respiración arrastraba recuerdos andrajosos. Su mirada entregaba cielos grises y esperanzas marchitas.
Caminaban con calles altas sobre la frente. Mujeres de ropa sucia y pies curtidos. No pedían nada; venían del hartazgo, o más allá. Fingimos ignorarlas y decidimos mirar aparadores. Nuestra nuca fue el muro donde chocaron sus recuerdos. Las hormigas podrían marchar por siempre.
Sabíamos que estaban ahí, soterradas y sumisas. Mirándonos desde la maleza, esperando un día claro para salir y mostrarnos sus miserias... pero nunca esperamos que, mientras les ofrecíamos la espalda, comenzaran a escupirnos mientras nos disparaban con esos viejos arcabuces. JLV

jueves, 20 de agosto de 2009

Paquidérmica



El circo fue una jungla después de que la elefanta masacró al humano durante la función vespertina. Los payasos semejaban a hienas. Las bestias fustigaban contorsionistas. Los enanos crecían entre chismes. Los trapecistas se venían a pique.
Todo era un caos y las habladurías aumentaban: que si la progenitora era un aborto de la naturaleza, que si el hijo había heredado las mañas maternales, etc... Todo se juntó para que Dumbo, ya con una colmena dentro de la cabeza, levantara el vuelo lo más lejos posible de aquella fauna despreciable y rencorosa. JLV

miércoles, 19 de agosto de 2009

Alicia en el camino del fin del mundo



El paisaje es gris; un camino largo que parece llevar al fin del mundo. La joven rubia avanza sobre una bicicleta. De su cabeza caen recuerdos, algunos innecesarios. Los recuerdos, al caer, estallan como huevos sobre la sartén. La chica es Alicia. Voltea y se despide con una sonrisa de los fragmentos de pasado que chisporrotean sobre el pavimento. Se detiene. Baja de la bicicleta y la acomoda sobre un pedazo de presente. Luego se aproxima para ver cómo hierven esos despojos de tiempo.
Mira con detenimiento, una tranquilidad dibuja la sonrisa en su rostro. Sus cabellos sostienen el cielo para que las langostas de rizos azules tengan un sitio para crecer. De sus ojos brotan naipes que se hunden en las costillas de los arbustos. Un conejo locuaz la saluda desde un ramo de nubes.
Alicia regresa al lugar donde dejó la bicicleta y sube a ella. Continúa su marcha por ese camino tan largo que parece conducir al fin del mundo.
Ahora todo queda en silencio como si el mundo fuera un ajo.
El felino despierta. Ve el cuerpo de una joven sobre el sofá; más allá la cabeza con los ojos muy abiertos y azules; los cabellos rubios son ríos de lava amarilla sobre la isla rojiza, brillante. El Gato de Yorkshire ronronea y desaparece; luego se materializa, se acomoda sobre la ventana y continúa soñando. JLV

martes, 18 de agosto de 2009

La bella Papioka


Podríamos hablar de la bella Papioka, esa gorda cantarina que asoma al balcón cuando escucha los clamores del lechero. También sería interesante discutir acerca de la asfixiante situación económica. Cualquier tema, supongo, estaría muy ad hoc en esta noche sin estrellas.

No me mires así. Piensa que las cosas que principian llegan a su fin. No podemos perder más tiempo, así que iré al grano. Ya no deseo estar más contigo. No es nada personal. Simplemente considero que nuestra convivencia ha llegado al límite. Te molestan mis ronquidos, me desquicia tu verborrea crónica.

Sí, sé que dirás que me intereso en Papioka. No andas muy equivocada. Las mujeres rollizas de pechos generosos han sido mi debilidad desde mi más tierna infancia. Quisiera despejar esa duda. Papioka tiene un atractivo animal y me seduce. Lo nuestro es distinto.

Pero la cosa no va por ahí. Tengo que ser justo contigo. Hemos pasado años juntos. Me conociste pleno. Ahora soy diabético y mi visión empeora. Poseías una sonrisa hermosa hasta que tu dentadura fue víctima de la caries. No eras sorda y ya ves.

No estoy muy seguro del por qué nos alejamos. Nuestras idas al súper se hicieron menos divertidas. Ya no te agradaba que me robara un libro o dos. Tampoco era grato para mí ver cómo atropellabas a las vecinas con las bolsas del mercado.

Y sí. Me reprocharas que me volví más presuntuoso desde que la fortuna me favoreció y gané ese dinero que me ha permitido viajar por el interior del país. Acepto que mientras viajo y conozco lugares tú permaneces en casa. Piensa que lo hago por tu bien. Puedes sufrir mareos o bajas de la presión arterial. Sería criminal de mi parte llevarte por esos caminos de Dios y que, el día menos pensado, quedaras tiesa sobre la cama de un hotel.

En suma, quiero que nos separemos. Lo deseo y lo ansío. Sé muy bien que a una madre debe resultarle espantoso escuchar eso de un hijo, pero mi honestidad me impele a plantear las cosas de frente. Estoy a punto de cumplir medio siglo y debo hacer mi vida.

No seas egoísta. Mientras tanto bebamos este delicioso champurrado y recordemos juntos las penurias que vivimos junto a mi padre. Elevemos una oración por su alma. Es de humanos perdonar.
Por cierto, no dejes que los rencores aniden en tu alma. Muchas ancianas pasan los últimos días de su vida en un asilo. Cuando me veas entrar por esa puerta junto a Papioka serás feliz porque tu hijo es feliz. Piénsalo bien y deja de gimotear. Deja esos lloriqueos para aquellas madres que sólo han parido hijos ingratos. JLV

viernes, 14 de agosto de 2009

Sodorra de Sidim



Temo a Dios y detesto a casi todas sus criaturas, menos a la Sodorra de Sidim. Sé de la bestia por unos textos adjudicados a la última virgen de Zeboim. Palabras más, palabras menos, asentaba que por las mañanas balaba y por las tardes se convertía en una caravana de ramas quebradizas que se hundía en el desierto. Dicen que se nutría de un arbusto hediondo que supuraba angustias por las noches y apagaba la sed con lágrimas de estatuas.
Precisaba que mucho se había fantaseado en torno a esta bestia de torpe balido, levantisca y micótica, desafortunada fusión de seres pertenecientes a los reinos, mineral, animal y vegetal y que, según testimonios antiguos, los de Adma solidificaban su orina y la convertían en gemas de variado valor.
De acuerdo con el manuscrito, las Sodorras de Sidim no son de fiar, arrojan el cardo y esconden la mano. Rejuvenecen con el dolor ajeno y el canto matinal de las nubes les provoca migraña. Tienen el aura de un color verde oasis, por eso lucen escleróticas en tiempos de guerra y fulinginosas en períodos de paz.
Casi al final, en la parte andrajosa de la última página, se lee que a pesar de la mala fama que se les imputa también otorgan alguna que otra buenaventura; quien posea la boca de su estómago tendrá más suerte que Birsa, pues todas las carencias económicas serán resueltas; el poseedor de tal órgano gozará de posición holgada de por vida, viajará fácilmente de una caverna a otra y accederá, sin invitación previa, a tertulias de vírgenes.
Si de paciencia están hechos los días, alguna tarde hallaré una Sodorra de Sidim que sorba mi infortunio con su lengua de arena, pues juran en Zeboim que convierte a los camelleros malolientes como yo en nobles apreciados a lo largo del Valle del Jordán. JLV

jueves, 13 de agosto de 2009

Un beso frío y breve



La pensé muchas veces, durante años. No tenía la menor idea de que un día pudiera aparecer así, de la Nada. Mi cara de bobo en su pupila, luego ella rozó mis manos suavemente. Mi rostro entre sus manos era un melón y luego depositó el beso más frío y breve que he sentido en mis labios.

Años después la volví a ver. Estaba justo detrás de mi prima Minucia, colocando un par de alas en su espalda. Estaba enfrascada en sus labores porque no se inmutó con mi presencia.

Quise correr hacia ella, reclamar su actitud y cuestionar su labor. Mis pies eran plomo, mi pensamiento flotaba entre la idea y el sueño. La veía de perfil, concentrada en eso de poner alas, de presionar suavemente con la yema de los dedos sobre las partes que se abultaban y que daban una ligera idea de imperfección.

Minucia volteó para despedirse de mí y su mano se aferró a la de ella. Entonces se percató de mi persona y sonrió. Sus dedos rozaron una de las alas, con gracia desprendió una pluma y la aventó hacia mí. Luego empezaron a volar, se fueron haciendo más pequeñas entre esa combustión de nubes.

Desde entonces llevo la pluma prendida en mi sombrero. Cuento -a quienes me preguntan- que esta pluma cayó entre mis manos cuando dos águilas blancas peleaban en las alturas y que, además, posee ciertos poderes porque los temores se alejan cuando me abanico con ella.

Hace como un año la volví a encontrar al cruzar una calle. No había cambiado gran cosa, si acaso el peinado. Caminaba de prisa, con esas piernas largas y blancas que nunca he mirado en otro ser. Alcanzó al viejo gordo del bombín y se metieron al café de chinos, frente a la estación de ferrocarril.

Tomaron asiento junto a la ventana y debían estar molestos porque discutían acaloradamente. Entonces llegó la mesera y derramó café sobre ellos. Eso fue suficiente para acabar con la disputa; sin mayores preámbulos ascendieron al cielo, mientras el bombín caía sobre la mesa junto con una moneda.

Supongo que la veré nuevamente. No me asusta. De hecho me entusiasma su resolución y oficio. No sé a qué se dedica, pero evidentemente su labor está relacionada con menesteres que no son de este mundo. Bueno, veremos qué pasa un día de éstos. No tengo prisa en hallarla otra vez;llegará como esa primera vez que depositó el beso frío y breve sobre mis labios.

Si me ha de poner alas, que sean mayores que las de Minucia y no en color pastel. También le pediré, si es que se presenta la oportunidad, que vayamos al café Nelson, no al de chinos, porque en el Nelson las meseras son más bonitas y discretas, cosa que garantizará que mi ascenso a los cielos no se mastique en boca de cualquier pelagatos. JLV

viernes, 24 de julio de 2009

Celoso


No la dejaba ni a luz ni a sombra. Aun cuando salía de la ducha su mirada la cubría del polvo. Tanto así la celaba que fue insuficiente tapar el sol con un dedo para impedir el reptar de gusanos dorados sobre la piel amada, tuvo que asir la esfera de fuego y arrojarla al mar para apaciguar el hervor de su alma. JLV

martes, 21 de julio de 2009

Nubes



Cuando las nubes empezaron a caer pensamos que lo mismo ocurría en todo el mundo. Pero no, sólo fue aquí. Nadie lo tomó de manera trágica, más bien fue pura diversión.

Recuerdo que los cielos se hicieron más azules a medida que las nubes caían como cabellos de viejita y todos queríamos atraparlas. No pesaban mucho, era más bien como recoger risas.

Los niños corrían con sendos pedazones y algunas mujeres embarazadas se negaron a verlas, por temor a perder su producto. De cualquier manera nos emocionó tanto que nos sentíamos flotar.

La euforia hizo que algunos crearanvestidos con ellas; otros las utilizaron como peluquines; unos hicieron cortinas y muy pocos, yo entre ellos, decidimos probarlas. A mí se me ocurrió tomar una y empecé a morderla. ¡Coño, qué bien sabía! Sin pensarlo dos veces empecé a recoger todas las que pude, junté bastantes, todas las que pude.

Organicé un pequeño batallón entre mis familiares y pagué una mísera cantidad por cada nube recobrada.

Puse anuncios en los diarios y me dediqué durante un buen tiempo a la compra, cambio y almacenaje de nubes. Dado que la situación económica de mi ciudad no es buena, muy pronto reuní una impresionante dotación.

Empecé a guardarlas en la bodega de la casa de mi madre, ya que eran fáciles de comprimir y no ocupaban mucho espacio. Pero después tuve que rentar una nave industrial porque fueron demasiadas.

Para mí sorpresa vi que no se echaban a perder y su sabor no desaparecía, eran rendidoras y si esparcía unas gotas de vino tinto se esponjaban y duraban más. Una pequeña porción satisfacía de inmediato y un trozo del tamaño de una hoja carta podía durar para varias sesiones.

Poco tiempo después abrí un pequeño negocio: Nube´s Place. Ahí las vendía, primero en bolsitas, después en cajas desechables. La gente podía mezclarlas con entremeses, ensaladas o postres y, desde luego, con vino, aunque algunos descubrieron que el zumo de kiwi era fantástico. Era maravilloso, si no eran milagrosas por lo menos no afectaban a nadie.

Mucha gente saboreó mis nubes, digo “mis” porque poco a poco junté la inmensa mayoría de las que cayeron. El boom de las nubes o la efervescencia nubosa trajo sus consecuencias. Juan Pablo II dedicó una misa en la basílica de San Pedro en honor del manjar divino. Algunos dictadores se sintieron ablandados y dejaron en libertad a cientos de luchadores sociales. Miembros activos del FMI determinaron la condonación de la deuda de algunos países y... ahí empezó todo.

Y bueno, eso de vender nubes era gratificante hasta que el departamento de Recaudaciones empezó a fabricarme impuestos inexistentes e insoslayables. Algunos países del primer mundo pelearon en tribunales internacionales la paternidad nubífica. Gentes que ni conocía presentaron patentes de autenticidad y bla, bla, bla... Y entre una cosa y otra me fui desgastando, tuve que deshacerme de las que me quedaban para evitar la ruina y la cárcel.

Al principio los días pasaban lentos como una tortuga ciega guiando un rebaño de lombrices. Después todo se acomodó de nuevo. Últimamente he llegado a saber que, a la mayoría de los que me despojaron, les azotan repentinas tormentas de culpabilidad, ráfagas de desencanto, se les nubla el entendimiento y les llueven desgracias.

Libre de polvo y nubes vivo lejos de la ciudad. Casi siempre camino por la playa, ya no entre algodones. Lo digo con resignación porque el cielo, siempre azul, no deja lugar para el rencor.

Además, no vale la pena, siempre he sido hombre de trabajo y sé salir adelante. Ahora mismo, para tener algo qué hacer, enviaré mi primer cargamento de caracolas para que los beduinos escuchen el auténtico sonido del mar sin que tengan que abandonar el desierto. JLV

lunes, 20 de julio de 2009

Niño de gris


El silencio sentó sus reales en esta comarca desde hace mucho tiempo. Los del norte y los del sur perdimos el habla, y el ánimo también. A veces nos entendemos a señas, cuando buscamos sentirnos menos sombra. Nadie sabe cómo pasó, pero recordamos que las cosas fueron mal desde el arribo de aquel niño vestido de gris, el de sonrisa de navío.
Visitó nuestros hogares, llamó a nuestras puertas y saludó sin rubor. Su vocecita de náufrago derretía cualquier isla. Y así fue casa por casa hasta que ya nadie más tuvo nada qué decir o permutar.
Ofrecía no sé qué cosas a cambio de una nada y cuando llegaba al arreglo convenido sólo decía: le tomo la palabra.
Desde entonces el silencio manda en este lugar. El niño de gris nos dejó sin habla. Ahora el único ruido que se oye son los pasos de la angustia sobre la hojarasca de nuestra soledad. JLV

domingo, 19 de julio de 2009

De estimaciones



Por sus venas corre una sangre verbal y sustantiva. De los libros conoce más que de sí mismo. Por su mirada gatean palabras como ñiñas de pecho y en su eterna sonrisa las oraciones nacen dientes de leche. Se peina con estrofas la calvicie y limpia consonante sus orejas.
“Ahí va el hombre de letras”, canturrean a su paso sordomudos, lisiados, peteneros, libreros, lectores, hetairas y funámbulos. JLV

domingo, 14 de junio de 2009

Obediencia



"Creced y reproducíos", dijo Pitágoras. Ni tardas ni perezosas, las tablas de multiplicar fueron las primeras en acatar aquel mandato. JLV

sábado, 13 de junio de 2009

Kung Fu




A la memoria de Kwai Chang Caine

Casi todos entramos de lleno a nuestra muerte
como si alguien nos empujara de improviso
hacia un abismo de ardientes luces negras

Innecesariamente la vida nos toma de la mano
y nos muestra que los mitos son lo que son
porque la eternidad está hecha de esa sustancia
y los recuerdos no se crean ni se destruyen
porque sólo se trastocan

Y así, de pronto, desde Bangkok
nos llega la noticia
y tu partida nos toma por sorpresa
muchos creímos que ya eras inmortal
como esos dragones de fuego que gimen
desde tus antebrazos pero no,
eras de carne y hueso, un cráneo deshilado

Como hayas muerto es cosa tuya
David Carradine; apenas y te recuerdas
cosechando hortalizas porque aún rehúyes
la fama de tu padre y quieres encontrarte en las formas
del tigre, la serpiente, el mono o la grulla
siempre una mantis a la espera de algo

Con esa vertiginosa lentitud
de los 70, concentrado
en tu paquidérmico aikido fuiste
fiel a ti mismo y al zen hollywoodesco
convocaste hacia ti edades perdidas
y tu legado de héroe truena como Corn Flakes.

Nada sabías de kung fu
y a nadie le importaba
menos que le hubieras quitado su papel a Bruce Lee
aunque el Destino pusiera después las cosas en su sitio.

Tu flauta, supongo de bambú,
finamente adornada de murmullos
así aparecías de pronto, tocándola
bajo un árbol o a la orilla de un riachuelo,
siempre perseguido por una jauría de flashbacks .

Cultivaste a tu modo
la semilla oriental del arquetipo
arrojaste al abismo las estatuas de Mao
mientras nuestros corazones ardían como bonzos.

Jackie Chan, Steven Segal y Jet Li
otros guerreros de la hora efímera
ofician para ti como el árbol al río
o el tsunami a la isla
ni qué decir de Tarantino
o de Uma Thurman vestal que bailó
para ti como nube a la lluvia.

Así las cosas, mi Pequeño Saltamontes,
no hizo falta mar nada
ni efectos especiales ni ejércitos
de mortíferos ninjas
(aún no eran material de expropiación)

Y tu maestro, artesano del zen,
te veía desde esa ceguera sospechosa
y sonreía como sólo pueden hacerlo
las rocas más antiguas
aquellas que están más allá del mal
y de las producciones de bajo costo

Eran tú y sólo tú
torpe labriego sembrador de justicia
en ciudades a blanco y negro
con magros ingresos per cápita
con bares que impedían la entrada a indios,
chinos y mexicanos donde el racismo nació como pandemia
donde los extranjeros siempre
han valido menos que un perro

Y bueno, no se puede pedir mucho
pero hacías lo suficiente como para fingir demencia
y llegabas forastero como un sueño vespertino
con el aplomo de un suspiro autista
y un gesto de débil mental que derretía voluntades.

Experto en el ir y venir, en el flujo
y reflujo de las leyes de la mano vacía,
entre dollies y juegos de luces
bastaron 63 capítulos para llevar al mundo
tu palabra, predicar en el set
con bloqueos fustigar a los
mercaderes de cancerosos westerns
y al tercer día resucitar en algo
que se elevó a los sueños y se alejó de ti

Quién te viera Kwai Chang Caine
apenas ayer estabas con tu cabeza a rape
sobre unas dunas de tristeza polar
como pez olvidado en el desierto
y crisálida ahora estás ahí
a mitad de ese cuarto de hotel tailandés
repasando tu vida como péndulo

Descansa en paz, toma tu bolso,
la manta, ese bordón y tu sombrero
subamos con cuidado
por la escalera de la infancia
tú sigue, enseguida te alcanzo,
hay algo ahí,
creo que es un escalón,
un pedazo de isla,
un brazo de pirata
un ojo de silencio
una estrella sin diente
un oso bipolar
una pistola de aire,
un bostezo de azúcar
escamas que cambiaron de piel,
cosas...
avanza Kwai Chang Caine,
tú sigue
enseguida te alcanzo... JLV

sábado, 23 de mayo de 2009

Clarita


Si me dieras la espalda besaría tu sombra y levantaría las plumas que dejas a tu paso...

Poco a poco empieza a comprender el mensaje que van dejando los pasos arrastrados de la vieja. Entre rezos y roces sus pasos dicen: estás loca Clarita, estás más loca cada día. Su mente no se altera, sólo toma las palabras y las ordena de formas variadas: loca Clarita estás día cada más estás más día loca Clarita.
Tiene que levantarse, debe hacerlo. Es hora de ajustar cuentas con la vieja. De pronto, al incorporarse, siente que la vieja es fuerte, poderosa aunque se oculte dentro de esa carne débil y quebradiza que huele rancio.
Y la mujeruca camina de acá para allá, con el rosario entre sus manos con uñas gruesas y amarillentas. Tres mechones de pelos blancos y tiesos sobre la frente. Un par de medias viejas cuelgan arriba de sus tobillos secos. La anciana es cómica. Clarita empieza a reir para sus adentros. La vieja es vieja. La vieja se avieja. Aviejaviejalavieja. Y cierra los ojos porque un río de sangre brota de sus cabellos y no la deja pensar más.

Si tuviéramos que decirnos adiós, lloraría porque tu recuerdo aún no ha sido lo suficentemente rasgado...

Agobiada por los días la vieja se detiene frente a la cocina. Hace mucho tiempo que la cueva de los aromas fue un sitio luminoso. Rincón donde los olores y las pláticas sazonaban los días. La familia de su hijo le parecía de fábula. La mujer hermosa y buena. El hijo amable y trabajador. Clarita, su nieta, la niña más dulce y risueña del mundo, la mejor comportada. Ahora observa la entrada de la cocina, ya sin puerta. La pintura cae como esos recuerdos.

Si tuviéramos que dejarnos de ver, lloraría porque existen paisajes detrás de esas montañas...

La niña toma la mano de su madre, parece un trozo de viento trigueño que cuelga de una casona verde que se mece entre los árboles. El rostro de la niña flota sobre un vestido rosa. Caminan hacia la abuela y sonríen. Su nieta y su nuera avanzan entre los árboles del jardín. Un viento azul las eleva por los aires. La vieja despierta espantada por esos sueños. Toma el rosario que tiene sobre su pecho. Se inclina hacia el frente, quiere ver si la nieta permanece tendida en el piso. Ya no está. Escucha gruñidos dentro de la cocina.

Si dejara de amarte caería de bruces sobre la tierra que escupe más silencios...

No me picoteen, no me picoteen, musita la vieja... La vida se le escapa a borbotones. Alcanza a ver su sangre. Es negra. Los buitres jalonean su cuello. Ya no llora.

Si has dejado tus manos en mi rostro, mueve los dedos quiero sentirme vivo...

Clarita, cuando no tiene nada qué hacer, busca las estampillas que guarda, esas que pertenecieron a su madre, piensa que al mirar el rostro de la muchacha de pómulos salientes y labios rojizos su furia disminuirá. Pero la cara de la anciana le obsesiona: las arrugas negruzcas, todas las maldades del mundo enterradas dentro de esos surcos, su lengua morada, los ojillos entrecerrados, la mirada de hambre, penetrante, colorada.

Si ha llegado el momento de arrancarnos la piel, mi sangre está lista para regar el mundo...

La anciana sale de la casa. Está convencida que la muerte llega cuando menos se espera. Ella que deseaba morir sobre su cama y ahora lo hará lejos, tendida bajo un sol que secará sus carnes flojas. Camina, avanza lentamente porque no esperará a que Clarita salga de la cocina y continúe con sus agresiones. Ya no desea más. No puede soportar más porque todo se ha convertido en un vicio. Abuela y nieta peleando a diario. Ambas viviendo de recuerdos, en instantes idos. Ya no le importa qué pasará con Clarita. Tal vez la encuentren muerta o más loca. Sucia y desgreñada en el centro de la casa. Y ella, sus huesos, blanqueados por las lenguas del sol.

El doctor hace tanto que no viene. La edad, tal vez. O la mujer esa con la que se desposó hace cinco años. Cuando su hijo vivía los visitaba cada seis meses. Luego empezó a ir cada año. Cuando se percató de la enfermedad de Clarita dejaba dotaciones de medicamentos. Luego dejó de ir. Y la medicina acabará como cualquier remedio.

Si has vuelto a mirarme, fíjate bien que ya no soy una estatua de sol...

Clarita lanza la cuchara de plata sobre el rostro de la anciana. El ruido del metal contra la cara suena seco. La vieja levanta la vista hacia Clarita. La joven se muerde el labio inferior y comienza a hablar.

—Ya no te soporto.

—Clara, estás loca. El doctor vendrá pronto. Traerá más medicina para que te compongas, pero mientras eso ocurre, ya deja de agredirme. Eres como un cachorro de perro. ¿Recuerdas al pequinés que te regaló tía Justa cuando cumpliste tres años? Era insoportable. Gruñía a todo lo que pudiera moverse. Arrasó con zapatos y pantuflas. Así estás ahora. Eres un cachorro de perro de Pekín.

Si la memoria no me falla, no recuerdo desde cuándo te he amado...

Con cierta calma la anciana cerró nuevamente los ojos y continúo sus oraciones. Clarita se levantó con rabia, aventó la silla hacia un lado y comenzó a trotar alrededor de la mesa.

"Es una vieja rata, es una vieja inútil", piensa Clarita mientras su cuerpo empieza a humedecerse a cada vuelta. De pronto se lanza contra la pared. Siente el golpe en la frente, un vacío espeso y doloroso danza en medio de sus pensamientos. Luego se tira al suelo y con el piso frío bajo la espalda queda mirando las figuras que forman las sombras del techo.

Si acaricias mi rostro sentirás el latir de los años danzando en mis arrugas...


Ahora ya vuelan sobre ella. Tal y como lo imaginó tantas veces. Esas aves enormes, desgarbadas, de mirada fija y pico retorcido. En poco tiempo estarán sobre mí, piensa la vieja. Mi muerte será lenta, pero más rápida que mi vida. No sé si recordaré o el terror será tanto que mi mente estará en blanco. Siente la lengua seca. No ha probado agua desde hace días. Sus piernas ya no las siente. De vez en vez le llega el tufo de su cuerpo, de sus excrementos. Luego algo la distrae. Una nube que se deshace en el aire. Un objeto que cruza sobre la luna blanca. La necedad del sol sobre sus párpados. Su piel marchita que cruje al quebrarse como un bolillo duro.

Si un día me recuerdas, piensa que ya no estaré regando más tu tumba...

Sólo unos pasos entre ella y Clarita. Pasa los días pensando que un día, cuando la enfermedad avance, la muchachita tomará un cuchillo y lo clavará en su pecho. Cierra los ojos porque el dolor será terrible. Sus huesos crujirán, sabe que se harán polvo al paso del metal y ella caerá como las súplicas. Si fuera más joven para poder correr y salir, pero no puede. La puerta de la casa está muy lejos. Tendría que caminar demasiado, días tal vez hasta llegar a la puerta. Sabe que el cansancio sería lo de menos, pero no soportaría morir bajo el sol. Los buitres empezarían a rondar en círculos. Primero alto, luego irían bajando y ella tendría los ojos entrecerrados para no sentir los rayos del sol. Después vería bultos, escucharía graznidos, aleteos. No, no podría ir hasta la puerta, sería demasiado. Ahora que ve el rostro de Clarita siente una ternura blanda como de parafina. Apenas ayer era una niña tan seria y obediente. Hoy es un animal y la odia a muerte. Clarita podría llegar a la puerta en pocos días, saldría hacia la calle y cruzaría los puentes de marfil.

Si una boca pronuncia nuestros nombres, bésala y déjala que cante...

Un ruido la despierta. Clarita gruñe. Ve al ratón que avanza hacia ella. Intenta capturarlo. El animal se oculta detrás de la despensa. Clarita mueve el pesado mueble, ahí están dos cajas de medicina. Algo le dice que destape las cajas, que tome las pastillas, que beba agua...

Un ruido le trae aquí de nuevo. El vaso que estaba cerca de su codo yace quebrado en el suelo. Clarita observa todo a su alrededor. Qué vieja está la cocina. La casa se cae. Ha pasado tanto tiempo desde que están solas: ella y su abuela. Lo ha decidido: Se marchará de ahí con su abuela. Empieza a llamar a la vieja. Quiere compartir con ella su decisión. Ya no es tan niña y le ayudará hasta llegar al pueblo. Se llevarán los papeles de la casa, la venderán y abrirán un negocio. Ella sanará porque verá al doctor con frecuencia y caminará con la abuela por las calles del pueblo. La vieja no responde.

Si un día dejamos de sentir estrellas que la noche caiga sobre los otros.

Desaparece la tristeza de la vieja. No hay miedo ni temor. Ve a la niña que parece un viento magenta prendido a la casona verde. Le llaman. Vienen por ella. No escucha nada, también sonríe le da tanto gusto escuchar la risa de su hijo. En la casa no hay ruidos. Portazos que da el viento. Un llanto lejano, si acaso, apenas un gemido.

Si un día escapamos de los odios, tendámonos sobre el césped para ver cómo danzan las nubes...

miércoles, 20 de mayo de 2009

Papamóvil


Para Dragón de Azúcar

Su Santidad guiaba aquel vehículo como si fuera piloto de la Fórmula Uno. Intrépido cual arcángel vengador, cruzaba calles y avenidas pasándose por la sotana ordenanzas viales y luces de semáforos. Sabía que saldría sano y salvo porque conducía un auto de fe. JLV

Última pregunta


—¿Nuestra vida transcurre dentro de una pecera?, inquirió tristemente Jonás a la ballena, tan sólo un segundo antes de que los dientes de ésta trituraran su cuerpo.
—Puede ser, respondió con pesar el cetáceo; los restos de Jonás ya se mezclaban entre los ácidos gástricos que burbujeaban sobre el cráter de aquel volcán a punto de hacer erupción. JLV

viernes, 15 de mayo de 2009

Tres tristes cerdos


NEVERLAND.- Por cometer allanamiento de morada y daños en propiedad privada, un lobo fue denunciado por tres cerdos iracundos, quienes fueron atacados en sus respectivos inmuebles por la fiera sedienta de sangre y venganza, pues tras el reciente brote de influenza porcina, decidió acabar con los puercos para seguir con el ejemplo de sus similares egipcios.
Uno de los porcinos, cuyo inmueble estaba fabricado con paja y material flamable, fue testigo de cómo la bestia —a soplidos ininterrumpidos— derribaba su morada.
El segundo afectado narró que el animal también empleó un método similar para echar abajo su construcción de madera —basado en la primitiva demolicón eólica— misma que sucumbió en cuestión de minutos, ante el azoro de testigos que circulaban por las inmediaciones.
Ante tal situación, los muy puercos decidieron salir precipitadamente para refugiarse en la casa de su otro hermano —un prominente ingeniero civil y rico empresario del ramo de la construcción—, y ya dentro del sólido hogar (fabricado con cemento hidráulico de alta calidad) soportaron los embates del desquiciado depredador.
En tanto, agentes de la Policía de la localidad se apersonaron en el hogar del chancho industrial y aprehendieron a la bestia que manifestó vivir en el bosque próximo a esta capital y dedicarse a la recolección de ropa vieja.
Mientras era conducido a la comisaría, vociferaba que era influyente y que tarde o temprano acabaría con esos marranos, autores intelectuales y materiales de la pandemia que azotaba al país.
Finalmente, el lobo enloquecido fue turnado a la presencia del Juez, quien resolverá en breve su situación jurídica. JLV

viernes, 1 de mayo de 2009

De pandemias



Entre nubes cansadas
y atenores de dudas tornasoles
el ojo lava a mano su pasado y
aromatiza píloro un dejavú azulado.

Esclerótica duerme sobre un sobre sobrado
pese a las advertencias de don Fémur
valedor irredento de ataraxias.

¡Bah!, minucias solamente,
dijeran las Meninas de cejas uterinas
en su filosofal depilación de axilas.

Desde tu nuez mi sonrisa saluda
coquetea dulce Esclerótica a Fémur
estremecido en su furor de estatua.

De quién fue la brillante ocurrencia
de agraviar a los cerdos con influenzas
o de injuriar a las aves y sus fiebres…
ni Dios mismo lo sabe.

Esclerótica, de infeliz cubrebocas,
escupe, echa pestes y lanza tangas
a pandemias, a virus y troyanos. JLV

jueves, 30 de abril de 2009

De diarios



Querido diario:

Hoy estoy melancólico y el recuerdo de mi padre nubla cualquier posibilidad de alegría.
Lo extraño tanto que —no me duele confesarlo—, odiaba hasta su sombra, porque después de las cuatro de la tarde, invariablemente, ponía sus ojos en blanco, como huevos cocidos y empezaba a balar.
Y no es que me importara que mis amigos se rieran de él. Total, la gente se ríe de cualquier bobería. Pero uno, desde lo más hondo, siempre desea que los seres amados no sean tocados por los demás ni con el pétalo de una risa.
Algunas veces pasaba la vecina y él apretaba esos glúteos enormes; la mujer serenamente le decía: "Hola don Emeterio, cada vez pellizca usted mejor"...
Por lo demás, era un señor normal como cualquiera. Es cierto que se quitaba las piernas para dormir —nunca lo negaré—, pero el dedo gordo de su pie le causaba profundos malestares.... Carajo, siempre sospeché que tenía gota y nunca fue con el veterinario.
Una vez, me parece verlo, sin más ni más extrajo su dentadura con todo y maxilar inferior...
—¡Papá,no hagas eso, es de mala educación sacarse los dientes cuando uno come!, dije.
—Tenía comezón, contestó. Tan inocente como era, luego rió y escupió la lengua.
Por eso, cuando dan las seis y media —más o menos— su imagen empaña algunas tardes y las convierte en mendrugos.
Me hubiera gustado ser como él, aunque mi sombra dice que no todos tenemos el don de la simpatía.
Bueno, a veces he pillado a mi perro atacarse de risa cuando introduzco mi mano por una oreja y la saco por la otra... Pero eso es harina de otro costal.
Debo partir, es hora de colocar nuevamente cada uno de los cabellos que me arranqué mientras escribía.
Hasta mañana, querido diario... JLV

martes, 28 de abril de 2009

Un clasificado



Por Apocalipsis, Jinete remata corcel. Montura seminueva. Apresúrese, queda poco tiempo.

lunes, 27 de abril de 2009

Masacre



Justo cuando las aguas sofocaban las llamas de miles de corazones egipcios y los antiguos esclavos del faraón —esas sombras melosas— reptaban tras Moisés—, el Mar Rojo —partido en dos por la matanza— se convirtió en un mar de lágrimas. JLV

sábado, 25 de abril de 2009

Mariposas amarillas


El ornitólogo se enorgullecía de su colección de insectos, pero sobre todo de esas mariposas que --cuando amó intensamente -- revoloteaban dentro de su estómago y a diario salían volando por su boca como párpados amarillos de tuerto rencoroso. JLV

viernes, 24 de abril de 2009

De aves


Madame Latubisse estaba harta de todos, y de todo. Cansada de arropar órganos entre sus piernas, decidió que el momento de partir había llegado. Desabotonó su blusa, la arrojó a un costado del lecho circular y se recostó; cerró los ojos y esbozó una inusual sonrisa: sus senos blancos y diminutos agredieron al aire con dulzura.
Trató de relajarse mientras su amigo llegaba. Había adiestrado muy bien a esa ave; le enseñó que no debía sacar ojos... los corazones saciaban mejor el hambre.
El cuervo llegó, los helechos apenas dejaban ver una porción de su ojo enorme.

miércoles, 22 de abril de 2009

Vocación



¿Sabía el niño lo que hacía? Sí, porque la galaxia que flotaba dentro de su corazón murmuraba su nombre. Se adentraba en sí mismo para verla, una y otra vez, y entendió que el universo sería su hogar verdadero.
Entrenó arduamente. Cuerpo y mente fueron cultivados durante años porque un astronauta debería estar en óptimas condiciones. Leyó todo lo relacionado con viajes intergalácticos. Abrevó de las memorias de Yuri Gagarin e, incluso, llegó a superarle.
Logró —después de muchos esfuerzos— entrar a la NASA. Siguió todas las indicaciones, pasó por todo lo que tenía que pasar, y alcanzó la meta.
Ahora viaja en el transbordador Fénix II y eso que ve lo desconcierta: si la luna no es de queso, por qué esa rata enorme la devora con fruición. JLV

lunes, 20 de abril de 2009

Consolación



Para Dragón de Azúcar

Avanzamos con temor. Nuestras manos palparon la rugosa piel y, con un nudo en la garganta, dejamos que las lágrimas hablaran. Una honda emoción nos invadió. Creo que el muro entendió nuestro sentir, porque desde entonces dejó de lamentarse. JLV

domingo, 19 de abril de 2009

Instrucciones para cazar palomas


Tu autor favorito participa en un coloquio internacional que se realiza en la ciudad que habitas. Lee tres estupendos textos. Durante la sesión de preguntas y respuestas es interrumpido constantemente por el moderador.
Ahora toca el turno a un literato local que inicia su monótona lectura.
Aburrido, sales y te recargas sobre una fuente. Alzas la cabeza y ves palomas que vuelan en semicírculos bajo un manto negro. Recuerdas que llevas una resortera en el bolsillo de tu pantalón.
Siéntela. Ya la tienes en la mano y colocas una piedra, estiras la liga, apuntas hacia las aves y disparas el proyectil. Tu puntería anda mal. Repite la operación. Cada vez estás más cerca del objetivo.
Respiras hondo y sientes que llegó el momento. Te concentras, disparas y la piedra cruza entre dos palomas que se alejan. Piensas que fallaste, pero en ese momento ves que una estrella se precipita como ave herida sobre el presídium.
El público grita. Tu autor favorito levanta el astro sangrante que yacía dentro del cráneo vacío del moderador.
Te observa… también a la resortera que sostienes en la mano. Se aproxima hacia ti. En la mano lleva un libro de su autoría; escribe una dedicatoria y estampa su rúbrica.
Jamás olvidarás esa noche. JLV

sábado, 18 de abril de 2009

Instrucciones para dejar de fumar



Cerca de usted fuma la anciana. Mírela bien: su mirada parece perdida y de su boca desdentada surgen volutas de humo. Las puntas de sus dedos parecen pétalos amarillentos y crujientes y usted no desea acabar así.
Todo sea por sus pulmones.
Acérquese sigilosamente y arranque el pitillo de esos dedos marchitos; arrójelo al piso y destroce el cilindro letal con la punta del zapato.
Ahora tome esa blanca cabecita, ponga su antebrazo bajo la barbilla arrugada y temblorosa; con la otra mano gire bruscamente ese cráneo de cartón y rompa el cuello. Perfecto: eso es precisión.
Ya está en la ruta que conduce a la eliminación de ese vicio tan feo.
Descanse.
Reponga energías. Mañana prosiga su cruzada, aún quedan más fumadores en el mundo. JLV

lunes, 16 de marzo de 2009

Currículum Vitae


Nombre: Atila Cienfuegos
Edad: 62 años
Profesión: Licenciado en Derecho
Estado civil: Viudo
Fecha de nacimiento: 30 de febrero de 1948.


FORMACIÓN ACADÉMICA: Esc. Primaria: Héroes de la Patria Esc. Secundaria: Instituto Libertad Esc. Preparatoria: Instituto Militarizado Esparta.
Estudios Superiores: Universidad Militarizada Campus N° 1
Posgrado: Especialidad en Control de Disturbios, por la Universidad Militarizada Campus N° 1.


EJERCICIO PROFESIONAL:
1968: Miembro del batallón Troya.
1971: Teniente encargado del adiestramiento de ai kido de la sección 69 del grupo Cuervos.
1972: Guardia diplomado con funciones múltiples y observacionales en la embajada de Santiago de Chile.
1974: Miembro del grupo Felinos, adiestrados en guerra de guerrillas y pioneros en el combate contra la guerrilla campesina.
1975-1978: Miembro del grupo Asfalto, encargados de controlar, reducir y eliminar a los miembros de la guerrilla urbana Liga 6 de enero.
1976-1978: Capacitación como líder de avanzada en West Point. Adiestrado para seccionar, perfilar y minimizar riesgo en las avanzadas presidenciales en los barrios considerados como conflictivos de la ciudad capital.
1979-1981: Diplomado en técnicas de coptación de pandillas, movimientos urbanos y técnicas de movilización para civiles simpatizantes del Estado.


HOBBIES:
Natación, equitación, carrera a campo traviesa, prácticas de tiro, kempo, tai chi, cursos de liderazgo y dianética.
OTROS:
Escritor: Ganador del premio Pinochet al mejor cuento corto miliciano, (mismo que a continuación se adjunta).

SUEÑOS GUAJIROS
(Premio Pinochet al mejor cuento corto miliciano)

Por: Atila Cienfuegos
El tiempo se acaba. No puedo decir demasiado. Ellos me persiguen. He intentado penetrar en algún departamento del piso tercero. Los oigo subir las escaleras. Escucho sus pisadas. Me oigo la sangre en la garganta. Escupo. Que espeso es el miedo. Afuera se oyen gritos. Una enorme bestia de múltiples voces me persigue. Los truenos, los truenos...
Apenas hace unas horas estaba dormido en mi cama. El Ché mirándome desde la pared rosa. Mi ropa regada por el suelo. Mi madre cantando en la cocina, su voz iluminando la casa. Mi perro ladrando porque mi padre llegaba.
Mis manos sudan. Mi carne se vuelve agua. Este pantalón de mi primo impide que camine bien. Voy de allá para acá. Nadie asoma a las puertas. Esas luces rojas, después las verdes. Me cago en la puta madre. Si Dios existe debe andar por Vietnam. Cómo madres vine a dar aquí. Por qué tuve que venir a ver a estas pendejas que conocí en el Tres más Tres.
Veo a mi madre. Sabe que vine por estos lugares. ¡Carajo, carajo! Ya vienen, los escucho más cerca...
(...)
—Qué hago con este pendejo, mi teniente.
—Nada, amontónalo con los otros. Por qué le disparaste
—Se llevó una mano hacia atrás. Pensé que sacaría una pistola, luego vi que era una credencial de estudiante.
—Está bueno, no hay pedo. Mientras menos pendejos, mejor...

miércoles, 11 de marzo de 2009

Ésa última moneda


a.
Los hombres sudan recuerdos
Arrullan rostros alas y persianas
Ecos de bares lejanos arrastran sus pasos
Las miradas desovan parpadeos
Nada ha cambiado

b.
El sol hace acto de presencia
Las aves secan tonadas en los cables
Templos duermen oraciones
Mis manos dan sus primeros pasos
Podan cabezas entre orejas
Zurcen miradas con saliva
Patean lenguas que no ven lo que dicen

c.
Mi vecina tiende su trasero en el patio
Camina con los pies en la tierra
Tiembla todo a su paso
Mis testículos flotan entre ropa recién lavada

d.
Respiro entre mis manos
De tarde en tarde
Las nubes acechan
Dejan caer su llanto en las ventanas
Aún huelo a cadáver

e.
Hartos ya de su sombra
Los murmullos se mecen
Juegan a caminar sobre mi espalda
Estiran tardes flojas

f.
En esta tarde de piel gris y escamosa
El frío tirita bajo cero y si el cero es la nada
Y si de ahí venimos pues borraré mis ojos
Piso en el muro la sombra de mi sombra
Y escupo
Sólo escupo lupas
Porque no hay más nada qué hacer

g.
El cielo no usa vestido azul
El sol quiere pintarse rayitos en la noche
Las aves ahogan sus plumas y reman entre nubes
Qué más puede pasar en una tarde
que no cree ya en sí misma

h.
Los cuadernos están en blanco
Y las grafías se dispersan en semillas
No sé qué persigo
Si el tiempo pierde la línea
Ballena que muere gordamente a mis pies

i.
No sé si es demasiado tarde
Ni si esta tarde es demasiado
No sé demasiado de las tardes
Tardé demasiado
No sé

j.
Ya es de noche
Y las sombras juegan a todo lo que dan
Porque en esencia una sombra de noche
No es lo mismo que una sopa de letras
Ni un caldo de ala de tiburón sabe igual que una doncella al mojo de ajo

k.
Es de noche y camino
Avanzó hacia un palabra lejana
Hacia el agua
del fuego que conversa

l.
No puedo contar conmigo
Ni contigo
Allá voy

m.
Con el corazón vacío
Los sentimientos caen a pedazos
No tengo tiempo de alzarlos
Ya para qué

n.
Si en estos tiempos al ojo del amo
Le salen huracanes entre los pastizales
Voy hacia allá porque no tengo más a dónde ir
Porque las puertas gruñen
Enseñan los dientes a viajeros

o.
Picaré el ojo de la luna
Y todo se cubrirá de blanco
Hasta mis sueños húmedos
Esos que no logro recordar por las mañanas

p.
Mira la palma de mi mano
Sucia y gastada de promesas
Aquí escribieron mi destino
Todo está confuso
Nadie podrá leerlo más

q.
Y a todo esto me voy quedando solo
Ya ni el espejo me refleja
Tomaré del polvo lo que me corresponda
Apretaré mi cinturón
Indagaré en las grietas
Tal vez ahí y sólo ahí
El silencio me escuche plenamente.

r.
Miramos caer la tarde. Si en el cero está escrito que nada es un momento y que la otredad nos espera con los brazos abiertos entonces lijemos nuestros rostros, hasta dejarlos suaves y blancos.

s.
La esperanza. La tuve guardada en el bolsillo pero mi madre no tenía para darnos de cenar y así que le obsequié esa última moneda.

t.
Aquí estamos de nuevo
Entre gritos y gente protestando en las calles
El mundo es angosto e impropio
¡Dios salve a las hormigas!

u.
Sembré un arcoiris hace tiempo.
Lentamente igual que cae un hombre sin honor
Frente a un ejército de mentiras.

v.
Nada más qué hacer.
Una angustia muerde mi ojo de polvo.
La gran mano limpia el cielo azul y borronea no sé qué
Creo que son aves

w.
Nada ha cambiado
Las miradas desovan hombres
Arrullan rostros alas
Ecos arrastran pasos parpadeos
Persianas sudan recuerdos

x.
Amanece en mis uñas
Nunca es tarde para mutilar pestañas
Y perderse en la noche

y.
Ya es hora de amar a esta mujer de paja
Debo peinarle y maquillarle
Embellecerla hasta que se envilezca
Encenderé la hoguera

z.
Limpio mi rastro de hojarasca
Murmullos brincan sapos agitados

Soy este hueso sediento entre la arena

lunes, 9 de marzo de 2009

Autobiografía de un arrimado


Roncaba Dios el día que nací. Sin nadie para consolar, lancé a gatear mi llanto por el mundo. Mi padre, creo, fue un títere de pulmones alegres que me desheredó antes de la merienda. Mi madre, la muy anárquica, iba de casa en casa despepitando nubes cada cinco minutos.
Podría sofreírme y decir: Pobrecito de mí, cuánto he sufrido. Pero no, para qué. Mejor sigo cortándome las horas, haciendo gárgaras con la baba de mi lento avanzar.
Con el ojo izquierdo olvido mi pasado. Con el derecho recuerdo los días de tuertos, las vacaciones de sábana santa y las púberes zarigüeyas que nos lamían del polvo al barro.
Un día extirparé la espinilla que se infla sobre mis entelequias, luego la plantaré para que surja un árbol de centollas; será mi herencia para la sierra madre oriental y sus hijas, las huellas genitales.
No pretendo hablar más, sólo soy un invierno débil y patizambo. No quiero que me recuerden... me hundo en este par de paréntesis que cuelgan de mis orejas. JLV

viernes, 6 de marzo de 2009

Un abrigo


El taxi avanza con paso de bestia recién alimentada. Más atrás, un convertible rojo se aproxima. El auto de alquiler entra a una callejuela. El otro vehículo sigue en línea recta y dobla a la izquierda dos calles más adelante; luego se detiene. Alguien abre la portezuela del convertible y lanza sobre el pavimento el cuerpo desmadejado de una mujer pelirroja envuelta en un abrigo.

Cuando el taxi sale de la callejuela, gira hacia la derecha; luego continúa dos cuadras y tuerce a la izquierda. Una hembra de cabellos colorados y muy abrigada hace una señal para que se detenga.

Calles adelante el conductor observa por el espejo retrovisor. No hay nadie en el asiento trasero, excepto la prenda que cubría a su pasajera.

El ruletero que levantó a la pelirroja tiembla de terror en el psiquiátrico.

Un amante llora. Recuerda cómo enterró una y otra vez el puñal holandés en el cráneo de su pareja infiel. Sonríe tristemente porque su orgullo fue lavado con sangre.

La del cabello rojo dibuja su propia muerte frente al espejo. Después se vuelve tigre y roe sueños en el interior de una jaula húmeda y fría.

Días después llaman a la puerta de la casa del amante asesino. Un mensajero de rostro cadavérico le entrega en propia mano el abrigo atigrado, recién salido de la tintorería.

La hoja amarillenta donde leí esa vieja historia rueda ahora por la calle, busca la protección de un poste. JLV

sábado, 28 de febrero de 2009

¡Tras!


El hombre se partió como una semita; luego, un crujido: ¡tras! No sólo fue él, hubo muchos más. Después, un ruido metálico creció como una gran ola; primero en el plató, después en todas partes.
—Es increíble, dijo el fino abrecartas. Un milagro.
—Simple divertimento, contestó la cuchara mentalista: apenas usamos el uno por ciento de nuestra psique. Quebrar humanos —como se ve— es la mar de sencillo. Paciencia: vendrán cosas de mayor trascendencia. JLV

viernes, 27 de febrero de 2009

Brazo justiciero


Ésa mañana San Zíbar arremetió en contra de lo incrédulos. Golpeó a cientos y ultimó a una decena. San Dios lo veía acometer a los infieles con bravura digna de sarraceno.
“Es mi brazo justiciero, lástima que sea tan crédulo”, pensó, mientras admiraba su buena percha frente al espejo. Recordó que aún tenía mucho por hacer, pero antes se ejercitaría en las artes de la levitación y decidió caminar sobre las aguas sus 20 minutos reglamentarios, para no perder la forma. JLV

martes, 24 de febrero de 2009

De logros III


Los hiperbóreos jamás padecieron hipoacusia. Omnívoros, el hipopótamo fue piedra angular de su alimentación. Aferrados a las ramas de su abolengo, practicaban la dialéctica del arriba y abajo con singular maestría, de ahí su afición por el cultivo de la hipérbole. Asimismo, por su gran claridad de pensamiento recolectaron los frutos insospechados del instante, y a la hora de escribir textos hiperbreves mantuvieron la liana narrativa con irreprochable hiperrealismo. JLV