lunes, 20 de julio de 2009

Niño de gris


El silencio sentó sus reales en esta comarca desde hace mucho tiempo. Los del norte y los del sur perdimos el habla, y el ánimo también. A veces nos entendemos a señas, cuando buscamos sentirnos menos sombra. Nadie sabe cómo pasó, pero recordamos que las cosas fueron mal desde el arribo de aquel niño vestido de gris, el de sonrisa de navío.
Visitó nuestros hogares, llamó a nuestras puertas y saludó sin rubor. Su vocecita de náufrago derretía cualquier isla. Y así fue casa por casa hasta que ya nadie más tuvo nada qué decir o permutar.
Ofrecía no sé qué cosas a cambio de una nada y cuando llegaba al arreglo convenido sólo decía: le tomo la palabra.
Desde entonces el silencio manda en este lugar. El niño de gris nos dejó sin habla. Ahora el único ruido que se oye son los pasos de la angustia sobre la hojarasca de nuestra soledad. JLV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Guau! (si, un ladrifo porque también me quedé sin palabras)

Saludos

JLV dijo...

Hola D:
Bueno, un ladrido como ese siempre se agradece.
Un abrazo.