Justo cuando las aguas sofocaban las llamas de miles de corazones egipcios y los antiguos esclavos del faraón —esas sombras melosas— reptaban tras Moisés—, el Mar Rojo —partido en dos por la matanza— se convirtió en un mar de lágrimas. JLV
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2 comentarios:
Alguien tenía que contar la otra versión de la historia...
Saludos
Hola D:
Nomás de oídas.
Gracias por leer. Saludos.
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