lunes, 17 de noviembre de 2008

Ganancias



Usó finos perfumes y hermosos pendientes. Los demás lo notaban, él no. Ensayó sonrisas frente al espejo. De nada valieron sus esfuerzos para atraerlo.
Quería tocarlo. Amaba su voz gruesa y modulada. Soñaba que el hombre susurraba a su corazón. Ella le cantaba hermosas melodías de la infancia.
“Él nunca la amará”, aseveró su ayudanta.
Lejano y distante administraba la empresa familiar, con esa masculinidad que enloquecía a las féminas.
Así las cosas, lloraba entre la sombras. Estaba destinada a ser vista con repulsión y lástima.
Para el dueño del circo, ella —la mujer tarántula— era sólo un fenómeno de moda que le daba a ganar pingües dividendos. JLV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el juego de los intereses siempre alguien sale dañado, la vida, la experiencia, y todo lo demás hacen el resto.

Saludos

JLV dijo...

Hola D:
Irrefutable que es.
Un juego que la gente juega.
Saludos.

P.S. El perfil ya está, según yo.