martes, 18 de noviembre de 2008

Sarnasius, confesor de salmones


Hay un salmón maduro
canta para Sarnasius
una lluvia de escamas
en el bosque escarchado

El salmón se perfuma
lucha contracorriente
se mece laberinto
frente de las arrugas

Sarnasius escucha
del salmón las historias
un nudo de mañana
palpita en su garganta

Es hora de bailar
en el bosque dancemos
sacude ya salmón
tu sabatina aleta

La luna vals ahumado
cocina para ambos
¡tic tac toc!
roca llama a la puerta

Sarnasius se levanta
al pez de azul disfraza
lo guarda en el violín
y ve quién toca

La piedra pide ayuda
de arena lacrimosa
sufre a mares por
concéntricas ondas

Consternado Sarnasius
a la intrusa despide
con un beso sincero
y la arroja al estanque

El salmón atestigua
la angelical acción
azul emocionado
al violín abandona

La escama de la muerte
vibra con su canción
danza sobre el tejado
y al pez vuelve ventana

La "o" del infinito es luna
que yace bajo el vidrio
Sarnasius musita para sí:
no se puede caer eternamente. JLV

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