domingo, 5 de octubre de 2008

La Mula



De terquedad su sangre está cuajada. Fiel a su instinto de rumiante, mastica con porfía las nubes de la vida. Frente al asno, arisca adolescente se comporta. Junto al mulo, las aspas de su cola espantan semejanzas. Pero no la coloquen cerca de un pura raza de arenas del Sahara proveniente o a un metro de corcel con prosapia de azteca. Se desmadeja toda, estéril pesadilla, hierve de llanto oscuro la noche de sus ojos.

Ella es tan poca cosa: patas de nudo ciego, iletrada pelambre, trompa de hule, pellejo desdeñado en tenerías. Y lo más doloroso: espina de herradura egresada del yugo y la porfía, que nunca será un ejemplar de magnífica estampa, ni de la alta escuela conocerá los frutos. JLV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se es lo que se puede o no se es nada.

No todo podemos ser pura sangre, no nos dejarían.

Saludos

JLV dijo...

Sí, indudable lo que dices. Mi viñetita tal vez deja entrever una inconformidad cantada con porfía.

Saludos D.