martes, 30 de septiembre de 2008

Anciana del parque Steglitz


—Alguien escribió en tu lugar hermosas cartas para la niña que un día fue tu dueña, dijo el agrimensor a la muñeca tuerta.
Depositó un beso cálido sobre su frente sucia y prosiguió su fatigada marcha hacia el hostal venido a menos.
La anciana del parque Steglitz abre los ojos; aún somnolienta comprende que los sueños son una lluvia ligera que humedece los senderos olvidados. JLV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El camino hacia el castillo es eterno, tiene miles de recovecos e imposibles.

¡Saludos!

JLV dijo...

Sí. Agobiante e iluminadora la misión desgastante del agrimensor.
Saludos.