lunes, 3 de diciembre de 2007

Viscania


Dicen que Viscania es una mujer de escaso talento para las cuestiones hogareñas; sin embargo, se sabe que es una verdadera iluminada cuando se trata de galopar a un hombre.

Afirman que para ella el comercio carnal ilumina su rostro como una golosina incendia la mirada de un niño. Hasta se le ha oído decir que su vida estaría vacía sin tener un hombre dentro de ella, porque el roce de las pieles se asemeja al placer de la moneda que cae dentro de una fuente.

Algunas simpatizantes de su proceder concluyen que tampoco soportaría una noche sin que sus muslos fueran lamidos por su amador en turno. Y es que Viscania, juran por los ángeles, nació para despertar sobre una cama revuelta, justo frente a un ventanal amplio y entre sábanas frescas fecundadas de ella.

Los hombres rumian que Viscania tome las cosas con calma, porque se afinca en la certidumbre de que, mientras más dilate la llegada de su verdadero amo y señor, su carme seguirá nutriéndose de aquellos ingredientes que una lengua sabia pronuncia como sazón.

Su confesor se atemoriza porque ella no duda. Varias veces le expuso que las cosas buenas y malas que los días traen consigo se diluyen como reflejo de ciervo en la orilla de un lago, aunque su infancia haya estado sembrada de tortugas y enanos.

Viscania es hermosa. Tiene cuello de garza y perfil de gacela. Conozco su historia y siempre juré que soñaría entre mis brazos, pero eso jamás ocurrirá.

Hoy, por mandato del abad Peré Lautrec, debo juzgarla frente al pueblo y ordenar al verdugo que la decapite, para escarmiento de los espíritus libres. JLV

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