jueves, 8 de noviembre de 2007

La caja


Estábamos en el equinoccio de otoño cuando nos metieron aquí. Ya casi olvidamos los amaneceres y la deliciosa sensación de un día soleado.
Tocar nuestros cuerpos es indignante. Evitamos estar cerca. Ella está al fondo y me altera su respiración; hasta acá se oyen sus pensamientos.
A veces llora igual que un gato sobre la barda. No puedo recordarla, por más que lo intento. Debemos estar flacos y grises; llenos de hongos como cabellos en el desagüe.
Seguramente cuando la hija del gigante nos saque de esta maldita caja, comentará a sus vecinos que somos los náufragos que salieron del grifo. JLV

No hay comentarios: