domingo, 11 de noviembre de 2007

Bailarina del "Nereidas"


La bailarina del "Nereidas" llegó al cuartucho muerta de sueño, con su pequeña hija entre los brazos. La acomodó sobre la cama, cambió su pañal y la cubrió con las cobijas.

Prepara un biberón antes de acostarse; da un sorbo a la "cuba" del día anterior. Enseguida se recuesta cuidadosamente junto a la niña, para no despertarla.

Al otro día, cuando abre los ojos, nota que la menor está muy quieta, transparente y más helada que el tubo del "Nereidas".

Salió hacia el Centro de Salud, con la bebé apretada contra su pecho. El galeno confirmó sus sospechas; su hija había muerto en la madrugada, broncoaspirada con el líquido de la mamila.

La gente voltea a verla. Duele ver a una muchachita cargando el féretro blanco de un "angelito" por las calles.

La teibolera del "Nereidas" oscila torpemente —mientras ejecuta su tradicional "raspadito"— sobre el hombre que babea entre sus pechos. De pronto, su mirada reconoce la sonrisa de encías que surge detrás de las copas.

Corre hacia la barra. El cantinero no puede detenerla. Quiere liberar a su hija y se arroja contra la vitrina que la aprisiona.

Los cristales son una lluvia roja que se abate sobre ella. JLV

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