lunes, 12 de noviembre de 2007

Mullholland drive


Al maestro David Lynch

Eres la bestia que resopla llanto
en las laderas de Mullholland drive
y eres todas las luces
que te hablan desde abajo


Atrás de las paredes juegan niños
la brisa persigue árboles
las bestias de metal lamen sus partes
como las estrellas a la noche


Alguien
a lo mejor la vieja conciencia
maquillada a la Katy Jurado
te aconseja que no metas
a desconocidos a tu hogar
a tu corazón
porque la pasarás mal


Y tú
al fondo del espejo
perseguida por un par de ancianos
por tus lágrimas
por la mano en el pubis
por esa llave azul sobre la mesa


Penetras a la casa del sueño
por la puerta trasera
estás ahí
tendida
como una sábana más sobre la cama


Y te ves como si vieras
a otra que no conoces
pero que casi te hace llorar
y un poste te distrae
creo que te dice un verso
entre un perro que pía negro
y una ventana que ladra sombras


Lo que parece suave no lo es
el pan es una caja de música
que se mastica amargamente
y la mujer que canta te hace llorar
y el mundo se detiene
y alguien desde platea
sólo pide al silencio que se calle


Y una lucecilla azul
suspendida en el aire
como un micrófono viejo
como un mago anoréxico
como un destino puntual


Y la función puede o no terminar
siempre habrá una música sin banda
sonando en tu cabeza
un maestro de ceremonias
que presenta el dolor a carcajadas
como si todos tuviéramos la obligación
de soportarlo sin chistar


Y tu cuerpo se descompone
la espalda se hace curva
los rostros que antes sonreían
sólo son piedras calizas
bestias maquilladas de ausencia


Y ahora el llanto quema
alguien te arrancó la sonrisa
y el odio germina entre tu rostro
y tus pensamientos huelen a muerto


La mano sostiene la cabeza
los cabellos salen del cesto de basura
igual que un pulpo a su primera cita
lo mismo que un marido
que sorprende a su amada
y unta con pintura rosa
sus joyas más preciadas


Y hay un momento en el que parece
que todo quedó atrás
que la vida sonríe
que realizas la mejor actuación
de tu carrera
y quienes te rodean saben
que un aplauso a nadie le cae mal


Pero presientes que no todo es así
nada saldrá bien porque
tus mejores deseos se van al costal
de la vieja pordiosera que siempre aparece
a la vuelta de todas las esquinas


Intuyes que la vida se va rápido
como una buena película
con un cowboy sabio
que oficia sobre los rascacielos


Y sigues tejiendo esos recuerdos
que debilitan al árbol y lo vuelven
el mango que empuña el verdugo
aficionado a cercenar mañanas


No es nada fácil
dormir y despertar
y ver que siempre hay un atajo
fresco cubierto de hojarasca
entre la ensoñación y el sueño
que te angustia
y no puedes dejar de subir
porque no puedes abandonar
a quien amas


Y esa voz que te invita
a seguir, sólo a seguir
aunque sepas lo que va a suceder
y que tus gritos sólo podrán
ser escuchados por tu sombra agotada


Y la gente te ve
desde viejas butacas
testigos de tu desgracia
saben que alguien los mira
desde algún otro lado
porque alguien en el Castillo
ordenó que es ley de vida
que el actor también sea espectador


Audicionas para tu destino
porque tu verdadera vocación
es morir en cada parpadeo
y podrías resistirte
pero no


Haces una caravana
desde tu propio cuerpo
y aquellos que te ven
bien sabes que ignoran
que serán los próximos de la lista


Ya falta poco
sólo falta mencionar
a las blanquísimas letras
que tiemblan al leerse
sobre el negrísimo cielo
donde tarde o temprano
dormirán para siempre


Estás aquí
aprendiste que todos vuelven y van
del arriba al abajo
y viceversa
hacia la boca negra
que nos convierte en polvo
en murmullo inaudible
en grito de sirena
en niño solo. JLV (Noviembre 12. 2007)

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