El Altísimo, sin inmutarse, vio cómo el Ave María caía fulminada. Convirtió en polvo a quien lanzó la roca y escondió la mano.
Con un movimiento imperceptible levantó al pajarillo y musitó:
—Sobre tus plumas anidará la primera piedra de mi Iglesia.
Luego sopló y exclamó:
—Vuela. Desde hoy eres el Ave Cedario y tus trinos cantarán las letras de mi nombre. JLV
Con un movimiento imperceptible levantó al pajarillo y musitó:
—Sobre tus plumas anidará la primera piedra de mi Iglesia.
Luego sopló y exclamó:
—Vuela. Desde hoy eres el Ave Cedario y tus trinos cantarán las letras de mi nombre. JLV
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