Tenía un par de bellas piernas: blancas y bien torneadas. No había necesidad de cubrirlas con medias de seda. Mientras lamía la cuchara siguió con la vista a la hermosa mujer, hasta que desapareció entre la gente.
No esperó más. Puso un billete sobre la mesa y salió apresuradamente del lugar. Le dio alcance calles abajo. Cuando estaba a punto de hablarle ella saludó a un fortachón, se besaron y tomados de la mano fueron hacia los muelles.
Él los miró hasta que desaparecieron. Imaginó que él iba con ella y que hablaban de amarse para siempre.
Avanzó despreocupadamente, quería verla por última vez. Entonces escuchó una voz que dijo: "Es hora de que vuelvas. Nunca olvides quién eres"...
Aspiró resignadamente, extendió los brazos y ascendió lentamente a los cielos.
No esperó más. Puso un billete sobre la mesa y salió apresuradamente del lugar. Le dio alcance calles abajo. Cuando estaba a punto de hablarle ella saludó a un fortachón, se besaron y tomados de la mano fueron hacia los muelles.
Él los miró hasta que desaparecieron. Imaginó que él iba con ella y que hablaban de amarse para siempre.
Avanzó despreocupadamente, quería verla por última vez. Entonces escuchó una voz que dijo: "Es hora de que vuelvas. Nunca olvides quién eres"...
Aspiró resignadamente, extendió los brazos y ascendió lentamente a los cielos.
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