miércoles, 8 de agosto de 2007

La mujer del muelle


Tenía un par de bellas piernas: blancas y bien torneadas. No había necesidad de cubrirlas con medias de seda. Mientras lamía la cuchara siguió con la vista a la hermosa mujer, hasta que desapareció entre la gente.

No esperó más. Puso un billete sobre la mesa y salió apresuradamente del lugar. Le dio alcance calles abajo. Cuando estaba a punto de hablarle ella saludó a un fortachón, se besaron y tomados de la mano fueron hacia los muelles.

Él los miró hasta que desaparecieron. Imaginó que él iba con ella y que hablaban de amarse para siempre.

Avanzó despreocupadamente, quería verla por última vez. Entonces escuchó una voz que dijo: "Es hora de que vuelvas. Nunca olvides quién eres"...

Aspiró resignadamente, extendió los brazos y ascendió lentamente a los cielos.

Una paloma se posó sobre su hombro y ambos se convirtieron en una lluvia leve que se mezcló con la saliva de la mujer que reía desaforadamente, mientras daba la espalda al sujeto fornido que se hundía entre las aguas. JLV

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