miércoles, 10 de diciembre de 2008

Mogollón el desalmado


Juran que al nacer parecía el viejo más niño nunca visto en Mongolia. Nadie quiso a Mogollón, sólo sus doce abuelas y los cinco meniscos que le enseñaron a dividir con runas.
Cansado de vivir, moría de aburrimiento; un día echó a caminar por acuíferas tierras. Se lanzó a la aventura desde el último piso de sus odios. Liberó muchas batallas y cocinó a fuego lento sus heridas.
Creció como musgo entre rocas y su risa entristecía hienas. Mataba menesterosos mirando mariposas moriscas y masticaba meninas con las manos.
Su corazón —más negro que una pulga— palpitaba ladrando por las noches.
Mogollón, harto ya del infarto, falleció fustigado entre las fauces de un fauno. Los hijos de sus ojos otean desde las hojas. JLV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No me ves pero te estoy aplaudiendo de pie por tu brillante texto. Y la mismo tiempo grito: ¡Excelente!

Saludos, muy buen texto, en serio.

JLV dijo...

Hola D:

Gracias Dragón. Los tequilas van por mi cuenta; los matecitos, por la tuya.

Gracias muchas.