domingo, 30 de noviembre de 2008

Silencio de sapo


Me cegué. Estabas en sus brazos y bebías de esa boca vieja; después sólo vi odio. No debí poner fin a tus días: me atengo al castigo divino.
Tuve tiempo de hablar, mostrarte lo que fui y estas alas rotas que soy ahora. Yo y mi triste papel de ángel guardián.
Al viejo, ni mirarlo; sombra que escurre del sofá.
Verás que la gloria no es lo que imaginabas.
Duerme en mis córneas porque pronto alzaremos el vuelo. Acariciaré tu silencio de sapo antes de entregar tu alma al Creador. JLV

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