martes, 4 de noviembre de 2008

Adiós gusano de humo


Sabíamos que tarde o temprano se resquebrajaría como un viejo amor. La oruga milenaria abandonaba el capullo entre bufidos metálicos; cada vez más sucia y pasada de moda, igual que las cerillas que usaba mi viejo.
Un día morirá, dijo mi madre, y se irá como vino: lanzando ese horrible humo.
Ella no pudo verlo. Yo soy testigo de que así fue: en mi pueblo ya no hay ferrocarril. JLV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando te leo hay algo que me suena a Cortázar, tus frases son, simplemente geniales, no hay otra forma de decirlo. No sé cómo puedes crear cosas semejantes con algo tan sencillo como un tren...

Saludos

JLV dijo...

Hola D:
Caray, pues muchas gracias por tu comentario.
Tú sabes que uno sólo quiere escribir. No más.
Gracias mil.

Salutes.