martes, 7 de octubre de 2008

Impurezas


Para Sergio, por su hospitalidad.
—Lo siento, aquí no entras, dijo San Pedro, y cerró rápidamente las puertas del cielo.
—No entiendo, mi alma es limpia, musitó el escritor. Mis textos, transparentes; pura fantasía.
—No insistas, indicó el portero celestial.
—Sólo dígame por qué, insistió Gaut vel Hartman.
—Está bien. Lo diré sólo una vez: eres químicamente impuro. JLV

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