jueves, 14 de febrero de 2008

Balada de la perrita con traje de bebé


El viejo camina calles sobre piernas cascorvas; la joroba apuntando al cielo y una perrita vestida con traje de bebé. La gente voltea y ríe. “Es tan chistoso”, dicen.

El viejo era yo y la perrita mi novia.

Mi sombra salía a pasear. Era patizamba, parecía un injerto de humano con caparacho de tortuga y su hija parecía una niña vestida de perrita. Le veía y mi risa escupía la cara. “Eres tan patético”, aseveraba. La niña con ropa de perrita eras tú y el patiarqueado, mi doble.

Hoy que nadie camina sobre mí. Hoy que limitan el paso por esta zona recuerdo al anciano, a su mascota, a la gente que se burlaba, al sobrino del viejo, a todos los que fueron y que ya no son. A todos los que con sus pisadas me otorgaban mi condición de calle. Yo era la hendidura que parte a cada metro la banqueta y las sombras que los pasos marcan en la lluvia.

Dicen que un mendigo llevaba un cartapacio y en su interior dibujaba calles: seres deformes y singulares canes vestidos con ropas estrafalarias. Yo soy el álbum de dibujo, me cobija un cartapacio. Nada de lo que se ha pintado sobre mí es cierto. Son ilusiones de un paria ciego y deforme. Yo, el trazo; la, tinta mi hermana.

Soy la perrita vestida con vestido azul, diamantina y olanes. Cuando paso cerca de un poste descifro los mensajes ocultos en las ínsulas resecas de la orina de mis congéneres. Soy la mascota de alguien que no fue nadie. Yo era el olfato y esa vida gris, que me lanza mendrugos, mi amante.

Somos las piernas de este viejo. Soportamos su indefensión y sus dudas. Cargamos con el peso de su deformidad. A veces, sin que él se dé cuenta, caminamos tan rápido que tropezamos. Resentimos el golpe, sufrimos la caída, pero su alma está peor que nosotras...Somos los pilares; los pies, el pantano.

Soy una montaña de grasa en la espalda de un viejo. Somos, en esa sombra, una jiba de dromedario sobre una marioneta contrahecha. Somos el dolor y la angustia. Una mala imitación, una carga a cuestas.

Somos la burla y el desprecio nos ama. JLV

1 comentario:

Pável dijo...

Soy un visitante foráneo que llegó aquí gracias a Lyn May y a sus pliegues y repliegues.

Soy Lyn May y Carmen Campuzano tiene razón: tengo cara de memela.

Soy un visitante foráneo que llegó aquí gracias a un afortunado accidente.

Saludos bloggeros.