Los olores lustran el silencio
como los ojos del niño a la isla
que nace bajo el poste
Las horas se van
con precisión de aves
la caricia del mármol
arde detrás de la cabeza
Todo era más bien nuestro
los fantasmas temían
estrellas cansadas de contarnos
estirábamos noches
del sueño los bostezos
Con una sonrisa como cetro
y ejércitos de arrieras en el horizonte
salimos a conquistar las calles blancas
Nadie pudo con nosotros
ni siquiera las nubes
ni esa sangre verde y pegajosa
que escurre del recuerdo. JLV
viernes, 23 de noviembre de 2007
Ni esa sangre verde y pegajosa
Lo subió
JLV
a las
12:41
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