Monelle y sus hermanas son esas pequeñas prostitutas que surgen detrás de los arbustos. Son quienes sostienen la noche, los postes y los rincones sucios de las calles más viejas.
Tienden su mano al ebrio que nadie voltea a mirar.
Enjuagan con su llanto al tartamudo grillo.
Lamen las heridas de quienes están solos en la hora precisa de una noche cualquiera.
Conviven con los pozos, acarician ratones y cubren su desnudez con pétalos.
Son frágiles como recuerdos y mientras más se rompen más duro es nuestro corazón.
Son esa luz que flota sobre el lodo. JLV
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