jueves, 26 de noviembre de 2009

De tajo



Barbie y Kent fueron las primeras víctimas; después halló la autopista Hotwheels, averiada en su totalidad. Luego vendrían el Winnie Pooh, Mickey Mouse, Kid Acero y otros objetos que fueran propiedad de sus hijos y nietos; todos, mutilados.
Mrs. Hathaway no entendía por qué. Primero pensó en la vieja rata, pero desechó la idea. Luego en los hijos del vecino, y recordó que éste era estéril. Buscó por todos los rincones de su hogar para dar con el causante de los estropicios, pero sin resultados, y sólo le faltó un lugar por revisar .
Tomó la reluciente hacha Stanley —tan apreciada por su finado esposo—, respiró ansiosamente, y de forma resuelta se encaminó hacia la casa de muñecas.
Levantó el techo y observó con fervor anglicano... ahí estaba. El destructor jadeaba como un pequeño Bin Laden mientras hacía trizas la vestimenta de la muñequita de porcelana.
Una suerte de catsup tiñó el pálido rostro de Mrs. Hathaway. Levantó el hacha y la dejó caer; de un tajo acabaron sus molestias y dudas y, de paso, cercenó la cabeza humeante de aquel juguete rabioso. JLV

3 comentarios:

JP dijo...

-- roberto arlt estaria orgulloso de su creacion!

Anónimo dijo...

Bueno, me ganó Jota Pe...

Brillante Relato. Espero que isgas bien.

Saludos

JLV dijo...

Master JP:
Indudablemente que estaría orgullos, y quién no.
Saludos y gracias por comentar.
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Hola D:
Me alegra que te haya gustado. Gracias mil por tu presencia, Master D.