miércoles, 21 de enero de 2009

El efecto Dumbo


El 26 de septiembre de 2008, la herida nacional aún sangraba profusamente después del atentado ocurrido en Morelia, Michoacán, durante la celebración del Grito de Independencia —ataque que dejó ocho muertos y 132 heridos—, cuando muchos volvieron a conmocionarse, tras el anuncio de un macabro hallazgo: un perro masticaba un ojo humano junto a los restos de un anciano cuyas cavidades oculares estaban vacías y su cuerpo yacía semi destrozado sobre el pavimento.

TESTIGOS
“De lejos parecía una araña fumigada —afirmó una sexoservidora—, pero cuando me acerqué un poco más pude darme cuenta de que era un viejito que estaba muerto cerca del Amanal”.
“A mí eso no se me olvidará —aseveró un alumno del Tec de Cd. Sahagún—, porque apenas el 23 de septiembre fue cuando escapó la elefanta Hindra del circo Unión; ésa que causó el accidente en la México-Tulancingo, en donde murió el chofer del camión. Dicen que huyó de las bodegas donde estaba encerrada junto a otros dos de su especie”.

CAE EL HOMICIDA
Para el 10 de octubre, elementos policiacos destacamentados en Villa de las Flores, Coacalco, habían dado en el blanco por primera vez en su vida, Protomedardo Calero Iñiguez, “El Payaso Desdémona” —ex trabajador del circo Unión, socio fundador de la Hermandad del Chiste, poseedor del récord Guinness en la categoría del eructo más sonoro y prolongado y ferviente ambientalista— había sido aprehendido como presunto responsable del homicidio de un septuagenario adiestrador de fieras salvajes.
La última vez que se vio al presunto criminal en público fue el 25 de septiembre, durante las exequias de la paquiderma cuarentona, cuyos enormes restos fueron enterrados de modo reservado en un terreno propiedad de la empresa, ubicado en Ecatepec, Estado de México.
Como a las 4:30 de la mañana de ese día ‘Hindrita’ cayó como una gran bolsa de lona dentro de su última morada, precisó “Chuarzeneiger”, el hombre fuerte.
Primero salieron los tres operadores del trascabo, enseguida Luis Arreola Arellano —propietario del circo—, y luego el resto del personal, consignaron los medios.
Calero Iñiguez fue el último en abandonar el lugar, subrayó la mujer barbuda, porque se quedó a ayudar a unos ‘chalanes’ que alimentaban a dos paquidermos asiáticos y 10 tigres de bengala que aseguró la Profepa en el lugar, porque el patrón se pasó por los ‘tompiates’ el programa de medidas de seguridad correspondiente.
“Lloró mucho, asentó una curvilínea contorsionista, Desdémona fue siempre muy sensible: amaba a los animales y aunque lamentamos la muerte de don Severo el domador, sólo podemos decir que se hizo justicia”.
Nadie dijo más nada. No había necesidad.

ENTE LOMBROSIANO
Calero Iñiguez desde niño dio muestras de poseer un sentido del humor exacerbado, era el alma de las fiestas y sus maestros, pese a que era uno de los peores alumnos, lo toleraban porque era el payasito del salón.
Lo que en su infancia causaba risa, con el tiempo provocó reacciones adversas. Su aspecto lombrosiano atemorizaba: altísimo, calvo, de piel cetrina, con cabeza pequeña, ojos de pitón, orejas vampirescas, brazos enormes y pies de talla desmesurada. Una variante extraña del síndrome de Klinefelter, dirían algunos entendidos; otros, que bien pudo haber sido uno de los dobles que trabajaron para el ex presidente Fox.
Sin embargo, los afeites y su vestimenta mimetizaban los defectos y resaltaban las desmesuras del personaje.

LE GUSTABA LA PAYASADA
Muchos de sus condiscípulos aún recuerdan algunas de las rutinas que representaba frente al pizarrón; sobresalían las imitaciones que hacía de los maestros más enérgicos y, sobre todo, esa capacidad para lanzar eructos que estremecían los cristales de la vetusta escuela.
Sus familiares más cercanos, así como su señora madre, siempre admiraron el amor casi franciscano que profesaba a los animales.
De no haber sido payaso habría sido veterinario, confió entre sollozos su tía Prosapia. “Siempre daba la cara por perros, gatos y demás alimañas. Además, siempre quiso ser alguien importante como ese mimo francés Marcelo Marsón”.
Cuando llegó al circo Unión ya traía historia; presumía de haber sido discípulo avanzado de “Bozo El Payaso”, con quien pulió su técnica y perfeccionó rutinas.

LA CIENCIA HABLA
El cariño que sentía por los animales se acrecentó y, según Segismundo Froy, uno de los psicólogos encargados del caso —miembro del Grupo Elite de Inteligencia de la Policía Ministerial—, es evidente que tras presenciar el maltrato que proferían los domadores a las bestias, en todos los circos en donde laboró, en la psique del Payaso Desdémona germinó la idea de frenar esa barbarie.
Es el accionar clásico del esquizo-paranoico, determinaron los especialistas. La extirpación de los ojos del sexagenario domador nos muestra claramente que hay una condición sexual irresoluta que tiene que ver con una pobre actividad de la hipófisis, cuyos orígenes, según recientes estudios, son producidos por una secreción arrítmica de la próstata.
¿Por qué matar a un viejo? Sencillo. Porque ese saco de piel decrépita y costillares es la representación simbólica de una humanidad decadente que está a punto de fenecer y que se arrastra como una boa sobre las arenas de un desierto crepuscular.

EL DOMADOR DOMADO
Severo Escárpita y Escandón fue hijo y nieto de domadores: las raíces de su árbol genealógico se hundían en las profundidades del ámbito circense. El adiestrador hacía su trabajo de la mejor forma posible y como sus ancestros le enseñaron. Conocedor de su oficio transmitía con serenidad y perfección el lenguaje del látigo.
“Nunca un golpe de menos, mientras más castigo mejor para demostrar a las bestias quién lleva las riendas”, decía con frecuencia y luego imitaba el chasquido de su herramienta de trabajo.
Orgulloso de sus ancestros y de su palmarés, desempeñó esa labor en circos prestigiados del país y del extranjero. Era parte del Unión y ya casi estaba inventariado, comentó el dueño.
Vivía en soledad y entregado a la bebida. Las bestias recibían día tras día fuertes golpizas, incluso las que llegaban a atemorizarlo en pesadillas recurrentes.
Sus compañeros le demandaban que disminuyera la violencia que descargaba sobre las fieras, pero él nunca atendió esos pedimentos. “La voz del fuete dice más que mil palabras”, espetaba para terminar cualquier discusión.
Testigos que pidieron mantener el anonimato por temor a represalias, manifestaron que el viejo domador se ensañaba con la elefanta.
Además, informaron que Desdémona profesaba un cariño enfermizo por Hindra. Parece que don Severo sorprendió al payaso, en varias ocasiones, acariciando lascivamente al animal, pero eso aún no se corrobora.
Sin embargo, por una u otra razón, el odio entre ambos sujetos creció con el transcurrir de los días. El payaso bromeaba constantemente sobre la decrepitud de Severo y éste, a su vez, se mofaba de las características físicas de Desdémona.

LOS HECHOS
Calero Iñiguez fue detenido en Lavándulas 158, colonia Villa de las Flores, Coacalco, el 10 de octubre, en el modesto hogar de una de sus hermanas. Agentes investigadores seguían líneas de investigación y le interrogarían sólo para ver si sabía algo del presunto criminal.
Cuando vio a los policías se levantó haciendo una cómica caravana, extendió los enormes brazos y se inculpó inmediatamente. “Yo maté al domador —soltó como fuetazo—, trataba muy mal a Hindrita y por su causa enloqueció, rompió la cerca del terreno de Arreola y escapó de ahí, con los resultados que ustedes ya conocen.
“Severo le pagaba mucho; más que a los tigres y a los leopardos que hacen pasar por panteras. Muchos en el Unión le pedimos que le bajara, pero siempre nos ignoró. Yo amo a los animales, soy ambientalista. No podía permitir más violencia”, declaró ante el representante social de Villa de las Flores.
Asimismo, con lujo de detalles y haciendo alarde de su capacidad histriónica, refirió cómo contestaba el domador, los ademanes que hacía y cómo golpeaba a las bestias.
“Todo eso me fue llenado el buche de piedritas. No podía hacer otra cosa”, aseveró.
El 25 de septiembre, después de darle cristiana sepultura a Hindra, “fui el último en abandonar el terreno del patrón, allí en Ecatepec. Tomé una combi en la 30-30, que iba para Otumba, donde hacíamos una corta temporada; Severo se había quedado en el circo”, indicó.
Habían instalado la carpa al final de la Calle Ancha y llegó al remolque de Severo sin que nadie lo se percatara y ahí estaba, ebrio como siempre, cubierto sólo con su ropa interior. No aguantó las ganas y comenzó a insultarlo pero al ver que se reía y se burlaba de cómo había muerto Hindrita, la mente de Desdémona se nubló y comenzó a vapulearlo sin piedad.
Después tomó su látigo y descargó su rabia muchas veces hasta que lo vio tirado. Se percató de que estaba inconsciente, lo levantó, luego le puso su traje de gala y lo sacó del circo sin que nadie lo viera. Luego abordó un taxi para Axapusco y como ya era de noche se bajó en una de las calles solitarias. Volvió a golpearlo y poco después le hizo la parada a otro auto de alquiler.
“Al chofer le pedí que me llevara a Otumba a dejar a mi amigo que se había puesto hasta la madre. Me senté en la parte de atrás del vehículo, y sin que el conductor se diera cuenta, metí un ‘cuter’ entre sus ojos como si le sacara las semillas a una manzana.
“Luego, cuando llegamos cerca del Amanal, lo lancé a la calle; se oyó muy feo, pero le dije al taxista que no quería pleitos con su mujer y que mejor lo dejaría ahí tirado. Con el frío se levantará, le aseguré, está bien correoso. Luego pedí que me llevara a Villa”, concluyó.

LOS REOS RÍEN
Protomedardo Calero Iñiguez, “El Payaso Desdémona” —ex trabajador del circo Unión, socio fundador de la Hermandad del Chiste, poseedor del récord Guinness en la categoría del eructo más sonoro y prolongado y ferviente ambientalista— fue internado en uno de los penales de máxima seguridad del estado de México.
Los reos dieron un buen recibimiento a Calero Iñiguez. A pesar de su aspecto repulsivo se ganó de inmediato las simpatías de los criminales más despiadados. Muchos internos acuden a su celda diariamente para disfrutar de sus mejores rutinas.
Actualmente escribe sus memorias y prepara un taller de payasología para reorientar las pulsiones violentas de los presos. Probablemente deje la prisión en diez años, si continúa comportándose como un recluso bienhechor, desinteresado y amante de las causas justas.


EL EFECTO DUMBO
En tanto, para Mandrágora Tafoya —librepensador y autodidacta— con la bonhomía que le caracteriza sostiene que “con las historias de paquidermos circenses se podrían llenar varias novelas”.
Resaltó que la fábula de Dumbo permanecía en un lugar segundón, pese a que podría colocarse al nivel de la del Patito Feo, “pero tras la infortunada muerte de Hindra, las peripecias del elefantito quedarán impresas en las mentes de los infantes como un signo indeleble, y las historias paquidérmicas ocuparán el escaño que merecen.
"Las travesías del paladín orejudo serán un acicate para reafirmarse, partiendo de las hazañas del héroe como elemento fundamental de la teoría gestáltica”, precisó.
Finalmente, Tafoya indicó que la humanidad debe de estar alerta porque una ola de descontento recorre el mundo animal y destacó que la película de Jumanji es como una premonición de lo que podría pasar y sí fue. JLV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo... ¿es una historia verdadera o sólo ficción?

Saludos

JLV dijo...

Hola D:
Es un textito de ficción, salpicado con datos verdaderos.

Saludos muchos.