—¡Exijo que no me maten de risa! —gritó el payaso—. Les ordeno me apliquen un castigo más decoroso.
Los hijos del mago formaron un corrillo. Instantes después, el pelirrojo —el mayor de los quince— respondió:
—Está bien, no más cosquillas en los pies. Ahora te convertiremos en domador de piojos salvajes y hundirás tu cabeza dentro de sus fauces hasta que nuestras pulgas cambien de circo. JLV
2 comentarios:
Eso si que es un castigo
Saludos
Hola D:
Más merecía, pero eso calmó a los muchachos.
Saludos.
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