viernes, 12 de octubre de 2007

Sirenae


Hace tiempo que no sabemos nada de las sirenas. Ni idea por dónde anden. Seguramente las descendientes de Venadita, aquella de las Molucas, estarán en lugares más benignos. Lejos de naufragios de buques petroleros y de mareas rojas.

Será que eran mitad mujer y mitad merlo o parte ave y porción salmón.

Serían sus ojos tan rojos como los ocasos o de un azul más mar.

Y sus cabellos tan suaves como la espuma o más negros que las algas.

Ahora a nadie preocupa si tenían o no ombligo. Pero ellas aún estarán cuestionándose el por qué nosotros tenemos ese orificio en plena panza.

Recordemos la extrañeza que provocó el ombligo de Simbad a la sirena esa que reía como loca mientras introducía su meñique.

(Ombligo, omphalos y a O´Gorman).

O acaso estarán practicando nuevos cánticos en sendas cavernas subamarinas, más dulces y devastadores, para enloquecer marinos.

Algunas, sin dudarlo, deben continuar sus interminables charlas con los faros.

Aunque no podemos descartar lo que decía el buen Caroteno, eso de que las sirenas iban y venían del cielo a la tierra, ora como ángeles y a veces como lo que son.

Y en las islas de asfalto, entre océanos de humo, al acecho el chillido agresor de las patrullas policiacas..., lo único que ahora nos remite a ellas. JLV

No hay comentarios: