martes, 18 de septiembre de 2007

Árboles


El nogal amó a la caoba desde lo más hondo de su savia. Los celos hervían en su corteza porque, según él, ella prefería a los arbustos. Cuando sintió sobre su tronco-pecho los primeros hachazos entendió la abrupta partida de ella y comprendió, por fin, la tristeza perpetua del sauce llorón . JLV

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