El recuerdo de Ted, nudillo contra el muro.
Agujas en el corazón, las risas de sus hijos.
Palabras y palabras trenzadas en su llanto.
—"Hornearé mi muerte para ti", musitó Sylvia.
—“Ya no me quedas más, babucha negra”, refunfuñó la estufa.
Crepitó, se arrastró y cocinó su adiós. JLV
Crepitó, se arrastró y cocinó su adiós. JLV
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