Se besan apasionadamente, con esa pericia que rezuman los amantes de años. En la pared su sombra es un buitre bicéfalo que se unta en el aire. Se palpan, se ven a los ojos, lamen sus bigotes, sonríen y voltean a verla. Se hacen uno.
Ella entiende y no juzga. A veces los hermanos son así.
La mujer-tronco empieza a tararear una vieja canción de cuna. Ve a los siameses albinos avanzar hacia ella. Sabe que quieren correrse. Los espera serena. Sus ojos acarician ese miembro casi translúcido y su labio inferior tiembla levemente mientras su boca va formando una graciosa “o”. JLV
Ella entiende y no juzga. A veces los hermanos son así.
La mujer-tronco empieza a tararear una vieja canción de cuna. Ve a los siameses albinos avanzar hacia ella. Sabe que quieren correrse. Los espera serena. Sus ojos acarician ese miembro casi translúcido y su labio inferior tiembla levemente mientras su boca va formando una graciosa “o”. JLV
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