Un cachorro roe huesos en su guarida mientras la manada de lobos se aleja entre la espesura. Pelambres de metal, gruñidos de muerte. El enemigo está cerca.
La batalla da inicio: Aullidos, mordiscos, golpes, tumbos y jadeos rasgan la piel nocturna.
La batalla da inicio: Aullidos, mordiscos, golpes, tumbos y jadeos rasgan la piel nocturna.
Una loba sale con vida del combate. Lleva en el hocico un corazón enemigo que aún palpita.
El lobezno recibe juguetonamente a la madre moribunda; lame sus heridas, luego devora el alimento.
Tiempo después, justo en el plenilunio, la bestezuela aúlla mientras sufre una horrenda transformación...
La luna atestigua el llanto de aquel ser y cubre, blanca de angustia, su desnudez de niño. JLV
2 comentarios:
Bien pensada esa vuelta de tuerca al cuento clásico. ¿Habrá que imaginar ahora las aventuras del lobo-niño en la gran ciudad?
Bueno sería, pero con eso de que el hombre es el lobo del hombre, pues no sé qué pasaría...
Saludos y gracias.
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